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Un episodio de fiebre amarilla en Buenos Aires

Publicado por A. Cerra

Un episodio de fiebre amarilla en Buenos Aires

En enero de 1871 hubo una terrible plaga de mosquitos en la ciudad de Buenos Aires. Y además esos mosquitos expandieron con sus picaduras la enfermedad de la fiebre amarilla, la cual por aquel entonces se convertía en una epidemia devastadora ya que se desconocía prácticamente todo sobre esta enfermedad y todavía faltaban unos pocos años para que se encontrara el tratamiento y la cura para ella.

De manera que en aquel invierno de 1871 fueron muchos los muertos por la epidemia en la capital de Argentina. Y aunque los datos son sobrecogedores, pocas cosas pueden resumir mejor el tremendo drama de aquella situación que el óleo que pintó el artista uruguayo Juan Manuel Blanes. Una obra titulada Un episodio de fiebre amarilla en Buenos Aires que actualmente en una de las principales pinturas que se exponen en el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo.

José Manuel Blanes (1830 – 1901) plasmó la realidad y el dolor de esa enfermedad en una escena de lo más cotidiana. Una mujer ha caído muerta sobre el suelo de su casa por la fiebre amarilla. Junto a ella está su bebé desconsolado y tanto el médico como el abogado que llegan a certificar el fallecimiento quedan estremecidos por la dureza de la escena, en la que hay más miembros de la familia. Entre ellos, en penumbra y sobre la cama, el padre que yace muerto.

Blanes fue un pintor de estilo academicista que pasó largas temporadas en Europa, sobre todo en Italia, mejorando su arte. Se convirtió en un maestro del retrato y de las escenas históricas, para lo cual ha se documentaba profusamente. Un trabajo previo que también hizo para pintar este cuadro, ya que retrató una escena real. De hecho se conoce el nombre de la fallecida, el lugar donde vivía la familia, y quiénes eran ese doctor y el letrado, los cuales también fallecieron un tiempo más tarde por la misma epidemia.

Posiblemente esta sea la gran obra de Blanes. Muestra todas sus dotes para la pintura, comenzando por su dibujo naturalista y su gran dominio de los efectos lumínicos, que aquí se manifiestan poniendo el mayor foco de luz en la madre caída y el pequeño a su lado.

En definitiva es como una crónica visual y muy dramática de aquel momento histórico. Una escena estremecedora con la que sin duda se puede intentar establecer vínculos con el presente, en unos momentos en los que la pandemia del coronavirus está afectando a todo el planeta.