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Masaccio (1401 – 1428)

Publicado por Cristina

La voluntad de representar la realidad, latente ya en la pintura de Giotto, alienta la obra de Masaccio, que es la primera que renueva radicalmente las formas góticas. A pesar de su prematura muerte, Masaccio dejó una obra verdaderamente revolucionaria, representando un avance considerable en la conquista de los valores táctiles (los valores no visuales de la pintura, pero transmitidos por éstos: sensación de percibir el peso, la distancia….).

Reencarna Masaccio la monumentalidad giottesca. Como en la pintura de éste, la suya se centra en el hombre y en el espacio en el que se desarrolla su actividad; pero Masaccio fusiona mejor las figuras con el ambiente gracias a su profundo análisis de las leyes de la perspectiva, así como de la luz y del color.

Prescinde de todo lo anecdótico y acentúa el valor de aquello más sustancial Sus figuras son poderosos volúmenes de gran efecto plástico en las que el color no se utiliza en sentido decorativo, sino para analizar el modelado y dar vigor a la composición.

Adán y Eva - Masaccio Sus obras principales son los frescos de la capilla Brancacci en la iglesia del Carmine de Firenze y encargada por el comitente Felice Brancacci, uno de los primeros cónsules del mar de Florencia en 1421,que entre 1422 y 1423 fue embajador en El Cairo.

En esta capilla nos encontramos con la escena del Tributo de la moneda al Cesar, admirada por generaciones de artistas que lo tuvieron como modelo.

En ella aparece una cosa nueva: una perspectiva horizontal (no ascensional como en la mayoría de los cuadros contemporáneos). A pesar de la isocefalia, hay profundidad en el cuadro gracias al análisis de la luz interpuesta entre las figuras de los distintos planos.

En la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, primeros desnudos del Renacimiento pictórico, realiza un profundo análisis psicológico de los personajes, de gran intensidad dramática, remitiendo a modelos de la Antigüedad.

Para la iglesia florentina de santa María Novella, realizó el fresco de la Santísima Trinidad, en el que utiliza un punto de vista muy bajo para provocar un efecto ilusionista de espacio en perspectiva (con María y San Juan delante de la cruz, mantenida por Dios Padre), acentuado al colocar las figuras de los donantes arrodillados en primer término, delante de la supuesta arquitectura.