Abadía Corvey
La abadía de Corvey es uno de los lugares más significativos del arte carolingio, pese a las sucesivas modificaciones posteriores muy del gusto de la estética románica, la primitiva abadía es el único ejemplo que se conserva de la famosa westwerk germana en la época carolingia.
Al hablar de westwerk debemos tener en cuenta que éstas fachadas se levantaron como un complemento al espacio monástico, con una identidad y autonomía propia del templo que las alberga. La zona del westwerk estaba divida en diferentes niveles, el inferior era un espacio oscuro utilizado frecuentemente como cripta o relicario donde se albergaban las reliquias del templo; el nivel superior era el Quadrum desde donde el monarca podía presidir en la más absoluta intimidad el oficio religioso. El último nivel se reservaba como campanario. En el caso de este westwerk también se articulaba en su interior un espacio reservado para colocar el coro de los niños.
Parece ser que la primitiva abadía fue fundada por unos familiares del mismísimo Carlomagno, posteriormente, entre 822 y 844, el monasterio fue reconstruido en su emplazamiento actual por el antiguo abad de Corbei. Con el tiempo el lugar se convirtió en uno de los monasterios más poderosos e influyentes de su tiempo y prueba de ello es el hecho de que en el siglo X, los monjes de la abadía ya podían acuñar su propia moneda; también se les otorgó poderes sobre la población de campesinos que vivían en sus dominios y su scriptorio llegó a ser uno de los más conocidos y afamados de toda Europa.
El lugar siguió siendo uno de los referentes culturales más destacados durante siglos hasta que en el siglo XIX Napoleón Bonaparte ordenó su secularización.
En realidad tan sólo la fachada de la zona occidental ha perdurado en el tiempo pese a las sucesivas modificaciones que en ella han tenido lugar; éste es uno de los ejemplos de westwerk que después asumirá la estética románico-gótica y creará escuela en la cuenca del Rin.
En la famosa fachada se hace patente las modificaciones románicas con diferentes materiales, los vanos superiores de tipo bíforo que se diferencian de las formas primitivas más sencillas, además las cubiertas puntiagudas de las torres son añadidos del siglo XVII. Por su parte el cuerpo central y las torres gemelas que lo flanquean permanecen inalterables desde el imperio carolingio. Parece ser que su construcción comenzó en torno a 873 dilatándose en el tiempo hasta 885.
Pese a ser la fachada de este tipo más antigua y mejor conservada, en el ejemplo de Corvey falta uno de los elementos principales: una torre central que completaría el conjunto y le otorgaría un aspecto aún más macizo.
De su interior merece una especial mención la tribuna destinada a la asistencia imperial, aunque algunos historiadores han rechazado estas hipótesis. Es un espacio a doble altura articulado a través de arcadas de medio punto, en la zona inferior éstas están sustentadas por gruesos pilares mientras que en la superior el arco central es flanqueado por un paramento interrumpido por ventanas víforas.