Arquitectura Deconstructivista
En los últimos años del siglo XX el panorama arquitectónico mundial empezó a desarrollar un nuevo estilo alejándose de las formas tradicionales y ya algo obsoletas del modernismo y del postmodernismo. De esta manera se comenzó a perfilar un nuevo movimiento arquitectónico que acabaría conociéndose como deconstruccionismo y en el que se planteaba una arquitectura más libertina y cuyas fuentes de inspiración más cercanas podemos encontrarlas en el constructivismo ruso y en el movimiento literario de la deconstrucción.
En realidad, resulta complicado buscar unas pautas generales que sirvan de normas para la nueva tendencia arquitectónica; fueron muchos los arquitectos que se subieron al carro de deconstructivismo durante los primeros años aunque también es cierto que muchos decidieron muy pronto, bajarse de él. Fue precisamente en la década de los ochenta cuando diversas exposiciones de carácter internacional -como la Exposición internacional de Nueva York- celebrada en 1988, permitieron dar a conocer esta nueva tendencia que entendía la arquitectura como un modo de creación libre, sin norma ni precepto alguno más que la propia capacidad creativa del artista. La libertad de la que goza el arquitecto evita el sometimiento a ningún tipo de normas pero a su vez hace que la inspiración para la creación de nuevos espacios sea mucho mayor bebiendo de tendencias tan dispares como el cubismo o el modernismo pasando a su vez por el expresionismo.
De todas formas y si tuviésemos que establecer unas pautas comunes para esta nueva corriente podríamos señalar que la arquitectura deconstructivista evita cualquier tipo de ordenamiento racional del espacio, con una gran tendencia a la compartimentación tanto interior como exterior y volúmenes que no reflejan en absoluta la distribución espacial.
Los conceptos tradicionales de verticalidad u horizontalidad han sido eliminados de las obras deconstructivistas, más bien encontramos torsiones infinitas con ángulos en cada esquina. Los conceptos tradicionales que habían regido la arquitectura modernista caen en desuso a favor de la curva y la contracurva.
Por otro lado, debemos señalar como una de las putas tradicionales que hasta ahora seguían los arquitectos de casi todas las corrientes artísticas era la incorporación del contexto como marco referencial de la obra; por su parte el deconstructivismo pretende aislar la pieza del contexto que la rodea otorgándole un carácter individual por sí misma o como parte de una marca o producto.
En este sentido debemos destacar como no son demasiadas las arquitecturas que puedan calificarse de deconstructivistas, en parte porque aún es una tendencia muy vanguardista que parece estar gestándose en el seno de la arquitectura más moderna y porque además, los costos que presenta la obra y aún más su mantenimiento, son desorbitados. Con todo ya hay algunos nombres que resuenan dentro de esta tendencia con gran fuerza especialmente el de Frank O. Gehry autor de La Casa Danzante de Praga o de El Museo Guggenheim de Bilbao.