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La arquitectura del Palacio del Louvre (II)

Publicado por Laura Prieto Fernández

El origen del Palacio del Louvre como antigua fortaleza medieval apenas se podía recordar en el siglo XVII cuando la dinastía de los Borbones optó por hacer de su palacio la mayor residencia real no sólo de Francia o de Europa sino de todo el mundo.

El monarca francés Luis XIII levantó el ala Richelieur y el ala Lescot pero realmente fue Luis XIV quien, antes de pensar que el palacio resultaba viejo y anticuado, hizo en él nuevas remodelaciones. Para ello el monarca encargó la construcción a La Nôtre y Le Vauy la decoración de las nuevas estancias al pintor Charles Le Brun. Se levantaron entonces nuevas galerías, una pequeña capilla de uso real, se decoraron de nuevo y bajo parámetros artísticos más modernos las antiguas alas del complejo y se reordenaron los jardines de las Tullerías que Catalina de Médicis había ordenado realizar en estilo italiano por un gusto más afrancesado.

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Pero quizás el proyecto más complicado en estas fechas era la realización de la fachada oriental del palacio. La obra estaba en manos del arquitecto Louis Le Vau cuando las intrigas de palacio y su conocida enemistad con Colbert, consejero personal del monarca, le llevaron a la destitución. Se planteó entonces un importante concurso entre los arquitectos más destacados de toda Europa para cubrir la vacante. En esta época Gian Lorenzo Bernini era uno de los arquitectos y escultores más destacados de toda Europa; el proyecto de Bernini fue el elegido y el italiano viajó hasta Francia pese a su avanzada edad.

Lo que sucedió entonces aún se debate entre los historiadores y críticos del arte pero parece ser que el arquitecto hubo de realizar hasta tres modificaciones en el proyecto original que planteó para la fachada oriental del Louvre y sin embargo su proyecto fue finalmente rechazado. Según las fuentes documentales, las exigencias de Luis XIV no resultaban viables a los ojos de Bernini sin embargo parece ser que, lo que realmente sucedió fue que el monarca quiso abandonar Paris para trasladarse a Versalles con el fin de tener mayor seguridad en el caso de revueltas. Así Bernini volvió a Italia y la fachada oriental terminó siendo construida con un proyecto ejecutado por Le Brun, Perrault y Le Vau en el que se disponían dos alturas con la principal presidida por una galería de columnas pareadas de orden corintio, dos pabellones laterales y acceso en la zona central con un módulo adelantado y rematado por frontón triangular.

Finalmente en el siglo XIX Napoleón Bonaparte otorgó al conjunto su aspecto actual, levantando el ala del Sena y el arco de triunfo de Carrusel frente a la fachada de acceso; años más tarde sería Napoleón III quien realizase un ala paralela a ésta para acabar de dotar al conjunto de gran simetría.

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Pero sin lugar a dudas, el estado actual del conjunto no se puede comprender sin la famosa pirámide de vidrio y acero que sirve de acceso al actual museo como centro de recepción de visitantes y que fue diseñada por el arquitecto Ieoh Ming Pei en 1981.