Biblioteca Laurenciana, Miguel Ángel
La biblioteca Laurenciana o Medicea Laurenciana es una de las bibliotecas más importantes de todo el mundo y no sólo por la importantísima cantidad de material bibliográfico que alberga – manuscritos, incunables, papiros…- sino por los valores artísticos y constructivos diseñados por uno de los más grandes artistas de toda la historia: Miguel Ángel Buonarroti.
Por aquellos tiempos Miguel Ángel (1475 – 1564) ya cosechaba importantes éxitos en todos los campos artísticos; de hecho el genio renacentista ya había realizado uno de sus más grande trabajos en Roma, las pinturas de la bóveda de la Capilla Sixtina y El Juicio Final, y decidió volver a Florencia para proyectar la Fachada de la Basílica de San Lorenzo realizada por Brunelleschi, encargo que nunca llegó a realizar. A principios de la década de los veinte Miguel Ángel comenzó a diseñar en la misma basílica la Capilla Medicea que albergaría las tumbas de Lorenzo y Giuliano de Médicis. Tres años después, en 1524, Clemente VII – Giulio de Médicis- le encomendó la realización de una biblioteca para albergar el patrimonio literario de la familia.
La biblioteca se situaba en el claustro de la basílica familiar de San Lorenzo, por lo que su espacio ya estaba delimitado. Miguel Ángel planteó un recorrido que transportarse al lector desde la tranquilidad del patio renacentista <> hasta la imponente Sala de Lecturas.
El arquitecto planteó un proyecto constructivo en dos espacios de diferente altura unidos por una bellísima escalera.
El zaguán de entrada es conocido como Ricetto y su construcción es posterior, en torno a la década de los sesenta, fue realizado por Ammannati. Espacialmente no es demasiado grande pero grandísima altura otorga al espacio de un ambiente ascensional, la decoración está tratada como si de una monumental fachada exterior se tratara.
La escalera proyectada por Miguel Ángel es la verdadera protagonista del vestíbulo de entrada ocupando casi dos tercios del espacio; es una escalera de tres tramos distintos que se encuentran en un pequeño descansillo para volver a arrancar unificados hasta la sala de lectura. En muchas ocasiones se ha hablado de que la escalera de la Biblioteca Laurenciana desciende de la Sala de lecturas como si de un inmenso mar de lava se tratara, y en efecto su estructura y plasticidad invitan al espectador al descenso o ascenso. Miguel Ángel consiguió en esta escalera la plasmación de las formas manieristas dentro del campo arquitectónico.
La Sala de Lectura se configura como un espacio rectangular de pequeñas dimensiones, en él Miguel Ángel construye una sensación de calma y tranquilidad contrapuesta al dinamismo de los espacios precedentes. El artista decora la estancia con elementos arquitectónicos que han perdido su valor constructivo para ser meramente decorativos. La bicromía de los paramentos blancos y grises remites a las formas que el artista ya planteó en la Capilla Medicea de la misma basílica. El suelo también presenta bicromía esta vez en rojo y blanco que otorga gran belleza al conjunto.
El cuidado que Miguel Ángel puso en esta obra fue tal que, él mismo diseñó los pupitres de lectura y pese a abandonar Florencia siguió las obras en la distancia. La Biblioteca abrió sus puertas por primeras vez en 1571, casi cincuenta años después de que se realizara el encargo.