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Tesoro de Guarrazar

Publicado por Laura Prieto Fernández

El tesoro de Guarrazar es sin duda una de las mejores muestras de orfebrería visigoda encontradas hasta hoy. Su nombre procede del yacimiento donde fue encontrado Huerta de Guarrazar en la provincia de Toledo en torno a 1858 y 1861; las piezas del tesoro fueron encontradas casualmente por dos labradores dentro de una cámara visigoda bien protegidas. No es extraño el hecho de que objetos con tan alto valor fueran escondidos en época visigoda teniendo en cuenta las diversas luchas que por aquel entonces asolaban la Península. El tesoro está formado por diez coronas, ocho cruces y una escena de la Anunciación tallada en una esmeralda.

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Debemos entender el tesoro de Guarrazar dentro de la costumbre cristiana de ofrendas o exvotos. Era común que los nobles, reyes o incluso altos dignatarios del clero entregaran distintas ofrendas a importantes iglesias, se podría pensar en un principio que esta tradición se entendía como una señal de la relación establecida entre ambos y sin embargo, es importante tener en cuenta que la corona no era uno de los símbolos monárquicos, durante esta época los monarcas visigodos eran ungidos en óleo y no coronados. Así la conjunción entre piezas civiles, las coronas, y religiosas, las cruces, obedece más a una tradición que a la vinculación entre monarquía e iglesia. Seguramente siguiendo la tradición iniciada por Constantino los monarcas visigodos entregarían a las iglesias estas ofrendas como señal de agradecimiento, además los objetos formarían parte de la decoración de los templos cristianos.

Parece posible que todas las piezas, con la excepción de una de las cruces que es de tipo procesional, fueran realizadas en los talleres de orfebrería toledanos vinculados a la corte del monarca en torno al siglo VII d.C. Las técnicas de fabricación empleadas nos presentan un conjunto homogéneo realizado en oro y piedras preciosas, con la excepción de una de las coronas –la corona de Recesvinto- las piezas son obras relativamente pequeñas y en ellas se pueden distinguir la conjunción de técnicas bizantinas y visigodas. Siguiendo esta teoría, la cruz procesional sería la más antigua de todas las piezas y cuya factura es más bizantina, siguiendo este modelo se habrían realizado el resto de las piezas que componen el tesoro.

Del conjunto de Guarrazar merece especial atención la cruz procesional y la corona de Recesvinto. La cruz, de la que apenas se conservan dos travesaños, sigue los modelos bizantinos de la zona italiana y en su interior albergaría un pequeño pedazo de lignum crucis convirtiéndose así en relicario. La técnica es muy cuidada: doble lámina de oro las cuales se decoran profusamente con elementos vegetales.

La corona es la pieza más excepcional del tesoro, ha sido realizada en oro, zafiros y perlas mediante la técnica del alveolado. Sujeta al techo del templo mediante cadenas de oro y zafiros, de ella cuelga una pequeña cruz y las letras que forman la frase RECESVINTUS REX OFFERET en referencia al donante de la misma.

El tesoro de Guarrazar pasó por diversas vicisitudes hasta llegar hasta nuestros días, hoy las piezas que se conservan se encuentran repartidas entre el Museo Arqueológico de Madrid, la Armería Real de Madrid y el Museo de Cluny en Paris.