El Tesoro de Aliseda
Las joyas que forman este auténtico tesoro son de origen tartésico. Todas ellas juntas fueron encontradas en la localidad de Aliseda en la provincia de Cáceres, y se supone que fueron realizadas por un orfebre procedente de Gadir (la Cádiz de Tartessos). Pese a que tras su hallazgo se intentó venderlas ilegalmente, se impidió el delito y forman parte de los fondos del Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
El tesoro consta de dos pendientes, dos brazaletes, un cinturón, un escarabeo (amuleto en forma de escarabajo), dos anillos, diadema y collar, además de otros enseres que aparecieron parcialmente, así como vajillería varia, mucha de ella realizada con vidrio templado con la técnica de frío, una técnica de tradición originada en Mesopotamia, y donde curiosamente se pueden distinguir elementos que recuerdan a los jeroglíficos egipcios, aunque ha sido imposible descifrarlos. Y todo ello se supone que forma parte de un ajuar funerario.
Una de las piezas más destacadas es la diadema de forma rectangular, formada por una plaquita en la franja central y acabada con extremos triangulares. Todo ello con una estructura a base de planchas de oro para adaptarse mejor a la frente. Del núcleo central cuelgan alveolos circulares y uno central cuadrado.
También es de oro el cinturón, cuyo centro está formado por una banda surcada por dos pares de finas líneas incisas, que la dividen en tres zonas. A ambos lados hay placas repujadas y granuladas sujetas con clavos de oro. En la hebilla aparece la mayor parte de la decoración, entre ella la imagen de un hombre luchando con un león.
En cuanto a los brazaletes, se decoran con dos series superpuestas de espirales, un tema decorativo de enorme tradición en todas las culturas del Mediterráneo oriental. Así como la decoración con flores de loto, que también aparecen entre los repujados tallados en las hebillas del cinturón.
Los pendientes, también llamados arracadas, se hicieron con un marco macizo de oro en su parte central, y una crestería en la que se tallaron flores de loto alternadas con palmetas.
En su conjunto, se diferencia de otros hallazgos de joyas etruscas y orientales de la misma época (en torno al siglo VII antes de Cristo) porque el Tesoro de Aliseda es extraordinariamente rico, si bien las técnicas que se usaron para su realización y la maestría del orfebre que lo ejecutó es menor que en otros casos, y sobre todo se manifiesta en el excesivo recargamiento que tiene de elementos decorativos. Si bien, en su conjunto presenta una gran unidad técnica lo que induce a pensar en un único artífice. Y por las características del granulado, que presenta irregularidades se llega a la conclusión de que fue realizado íntegramente en la Península Ibérica, ya que el granulado en obras semejantes del arte etrusco y griego es mucho más fino que en este caso. Lo que si es cierto es que se relaciona con otros ejemplos de joyería realizados a lo largo de todas las civilizaciones antiguas que surgieron a orillas del Mediterráneo.