Castillo Carcasona
El castillo de Carcasona situado en el país francés y conocido mundialmente como El Palatium es una de las construcciones defensivas de época medieval que han llegado hasta nuestros días, de hecho el actual castillo forma parte indispensable de la lista de patrimonio universal de la humanidad elaborada por la UNESCO desde 1997.
La fortaleza fue mandada construir por una importante familia del siglo XII, los vizcondes de Trencavel, como residencia para la familia y fortificación defensiva de sus tierras. El castillo de Carcasona se levantó en pro de la ciudad homónima cuya fundación data de época romana y que se convirtió en un enclave estratégico en el paso hacia el Mediterráneo. Con los visigodos Carcasona fue fortificada y en el 1067 la familia Trencavel toma posesión de las tierras a través de enlaces matrimoniales.
El acceso al castillo estaba restringido a un solo punto ya que los restantes laterales estaban ocupados por el río y por promontorios rocosos que le servían como protección natural. El acceso se realizaba a través de una barbacana –estructura defensiva medieval a modo de puerta que se levantaba independiente de la muralla- y un puente formado por una parte elevadiza realizada en madera y otra fija en piedra. Desde ahí se accede a la primera muralla donde el foso la separa de un segundo tramo defensivo.
En realidad la construcción que hoy vemos parte de una antigua fortificación sobre la que paulatinamente se fue construyendo y edificando. El castillo cuenta con una planta cuadrada y una doble protección amurallada. La estructura se compone de dos cuerpos rectangulares unidos entre sí a través de sus lados cortos. En el punto de ensamblaje destaca la presencia de una gran atalaya denominada como Pinte que forma parte de las nueve torres que podemos encontrar en el recinto amurallado y que junto con otra torre de época visigoda – la torre de la Capilla- son el punto máximo de altura de este conjunto medieval.
Todas y cada una de las torres se construyen siguiendo el mismo modelo: estructura dividida en pisos, con cubiertas abovedadas en la zona inferior y adinteladas en los pisos superiores y un sistema de comunicaciones entre cada uno de los niveles. De entre las nueve torres destaca igualmente la denominada como Torre de la Justicia que en siglos posteriores sería sede del Tribunal de la Inquisición de la zona de la Baja Francia.
Con el tiempo la fortaleza defensiva fue abandonándose, la paz de los Pirineos puso fin a los escarceos entre españoles y franceses y la ciudad que hasta entonces había sido primordial para la ruta entre Atlántico y Mediterráneo cayó en el olvido.
El desdén perduró aún hasta el siglo XIX, más concretamente hacia 1849 cuando el restaurador, teórico del arte y arquitecto Violet le Duc -a la cabeza de la ferviente devoción que había surgido en Francia por la restauración de los edificios antiguos según los parámetros estilísticos medievales- abordó su reconstrucción. De hecho le Duc no sólo restauró el castillo sino gran parte de la urbe medieval.