Castillo de Vianden
La historia del Castillo de Vianden en el pequeño territorio de Luxemburgo se remonta muchos siglos atrás. De hecho, en este mismo emplazamiento sobre un promontorio de roca elevado a más de 300 metros de altura ya hubo una fortificación romana. Si bien la construcción que vemos hoy en día se originó en la Edad Media, cuando se comenzó a utilizar como refugio en la época carolingia.
Concretamente las obras comenzaron en el siglo X en un primitivo estilo románico, aunque aquellos trabajos se fueron prolongando hasta el siglo XV, y por ello se ve una perfecta evolución de la arquitectura medieval y románica de todo ese tiempo. E incluso un poco más allá, porque se aprecian elementos góticos. Un largo periodo en el que el castillo se ocupó de forma continuada y fue la residencia de los importantes condes de Vianden, nombre que corresponde a la población que se sitúa precisamente a los pies de la fortaleza.
Lo primero que se construiría sería un torre de planta cuadrada y una zona residencial con habitaciones, cocina y hasta capilla. Y es que desde sus inicios se convirtió en la vivienda condal. Más tarde, a mediados del siglo XII se uniría una segunda torre, también residencial, así como se levantaría una elegante capilla con una planta de diez lados.
Pero las obras prosiguieron las décadas siguientes, con un nuevo palacio de dos pisos, del que partía una galería hasta la capilla mencionada anteriormente. Para entonces la construcción era una de las más hermosas y grandes de toda esta zona de Europa, algo que también plasmaba la rivalidad que trataban de tener los poderosos condes de Vianden con los vecinos duques de Luxemburgo.
Y durante los siglos XIII y XIV no cesaron las obras, sobre todo de carácter ornamental, adecuando las estructuras románicas, a los nuevos gustos de la época, es decir, el arte gótico.
Tras ese largo tiempo del condado de Vianden, el castillo siguió ocupado e incluso mucho después, ya en el siglo XVII, se le añadió una residencia de carácter palaciego. Es la llamada Mansión Nassau, cuyo nombre se debe a su promotor, el Príncipe Mauricio de Orange-Nassau-Vianden. Fue él quien mandó transformar una de las viejas torres medievales en este nuevo espacio de gusto renacentista.
Si bien aquello iba a ser el comienzo de un largo periodo de abandono y de la consecuente ruina en la construcción. Tanto que incluso en el siglo XIX se comenzó a desmontar y a vender parte de sus materiales. Por fortuna, aquello se detuvo, y el propio Gran Duque de Luxemburgo en 1890 encargó la rehabilitación del edificio. No obstante, hay que decir que ese solo fue el principio de su recuperación, ya que durante todo el siglo XX fue alternando los periodos de reconstrucción con los de destrucción. Aunque hoy en día es un lugar visitable y muy atractivo, para conocer la historia del territorio luxemburgués.