Catedral de Chartres
La catedral es el edificio emblemático del gótico. En ella conviven los tres estamentos sociales. Para los eclesiásticos se reserva el Coro o la nave central, para los nobles, las fastuosas capillas del ábside y para el pueblo llano, las naves laterales o la girola.
La de Chartres, fue el modelo de las grandes catedrales francesas. Se trataba de una catedral románica del s. XI, modificada a mediados del siglo XII, que ardió en 1194, siendo reconstruida a partir del s. XIII.
La planta es grandiosa con un trazado en cruz, tres naves en el brazo longitudinal, un crucero marcado en planta también de tres naves, un presbiterio muy desarrollado y una doble girola con capillas. Poco a poco la planta de las iglesias cristianas se va alejando de la cruz latina, característica del románico, va a ir tendiendo a la planta de salón, donde una amplia nave central produce el efecto de “espacio continuo”.
En alzado tiene tres pisos, el primero de arquerías de los formeros con arco apuntado, el segundo con un triforio, que substituye a la tribuna y el tercero con una serie de grandes ventanales organizados de la siguiente manera: dos lancetas, sobre las que aparece un amplio rosetón, cobijado todo ello por un arco apuntado mayor (fue el tipo de vano característico del s. XIII), es el clarestorio. Estos tres pisos del alzado son de gran altura, con lo que entra mucha luz, tamizada siempre por los colores de las vidrieras.
La nave central es de gran altura, y aparece cubierta por bóvedas de crucería cuatripartitas, como es característico de este siglo, ya que en el s. XIII la sexpartita prácticamente no se usa. Las laterales se cubren por bóvedas de arista. Los elementos sustentantes de arcos formeros y bóvedas de crucería, son una serie de pilares cilíndricos que llevan columnas adosadas (las columnas exentas son de la segunda mitad del s. XII), y todo el sistema de contrarresto exterior que, a través de los arbotantes conduce las presiones de las bóvedas hasta los contrafuertes. El muro, al perder su función sustentante, puede horadarse con amplios ventanales.
El espacio interior resultante, es diáfano, claro, liberado de las partes macizas. La luz no solo ilumina, sino que aligera y dota al espacio de sensación de elevación. La idea de iglesia como lugar cercano a Dios (falta de materialidad que provocan vanos y vidrieras, ascensionalidad del espacio, etc.), supone un cambio enorme en relación al pensamiento religioso del románico. Esta es una nueva religiosidad, más optimista, menos marcada por el temor a Dios. Pero debemos observar que en el interior se observan dos líneas de tensión, una horizontal, pórtico-altar, que viene dada por el ritmo de arcuaciones, y otra vertical ya descrita (por la altura de la nave, el ímpetu ascensional del arco apuntado, la luz, etc.).
En el exterior, los volúmenes son reflejo de la estructura interna. Además, como en todos los edificios góticos, se proyecta buena parte del sistema de sustentación del edificio, como los dobles arbotantes enlazados por columnas, por ejemplo. Tiene un total de seis portales (tres en cada extremo del crucero) esculpidos en el s. XIII. Conserva una de las fachadas del Románico, la Portada Real, lo mismo que la torre sur.