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Laberinto de la Catedral de Chartres

Publicado por Laura Prieto Fernández

Pocas épocas artísticas han tenido un programa iconográfico tan rico y variado como la época medieval, sus fuentes no sólo están basadas en temas religiosos o mitológicos sino que muchas veces se funden en las representaciones de ésta época elementos imaginarios con otros más realistas que dan lugar a seres monstruosos o interpretaciones subjetivas de la realidad. Además de todos estos elementos, los artistas del Medievo conformaron una vastísima iconografía a partir de elementos cotidianos a los que se les otorgó un especial significado, las alegorías.

Chartres

Una de las principales alegorías utilizadas desde la antigüedad es el laberinto: la representación de un tortuoso camino a través de formas geométricas en el que resulta imposible llegar al centro. Nos encontramos ante una creación humana que pudo tomar como referente la naturaleza ya que se aproxima a las formas de algunos animales y que se ha asociado con lo esotérico y misterioso, pero también con la superación del hombre.

Pese a que las representaciones de intrincados laberintos son conocidas desde la Prehistoria quizás el laberinto más famoso de la época antigua es sin lugar a dudas el Laberinto de Creta, en el que Dédalo pudo encerrar para siempre al famoso minotauro. En la Edad Media la iconografía del laberinto derivó hacia una significación religiosa que explica el hecho de que podamos encontrar estas representaciones dentro de los templos.

De todas las representaciones cristianas que se han hecho de un laberinto la más famosa es, sin lugar a dudas, la que se encuentra en la catedral de Chartres y si bien es cierto que otras catedrales también contenían este intricado símbolo éste es el único que ha llegado hasta nuestros días. Esta imponente alegoría se encuentra tallada sobre el pavimento de la nave central coincidiendo con los módulos cuarto y sexto de la bóveda.

Sus dimensiones – tiene dieciséis metros de diámetro y se configura a través de un total de once círculos concéntricos hasta llegar al medio- coinciden exactamente con las del rosetón que se encuentra en la fachada de la catedral, un hecho que no ha hecho más que aumentar su simbolismo. En el círculo exterior encontramos una sucesión de semicírculos que forman un total de 112 cúspides las cuales se han relacionado con las fases de la luna y reciben el nombre de lunaciones. En la zona central se encontraba una placa de bronce que en la actualidad ha desaparecido, pero que según las fuentes documentales debía representar a Dédalo.

La significación del laberinto de Chartres va mucho más allá que las representaciones tradicionales: comúnmente se le ha conocido como Camino de Jerusalén debido a la tradición de recorrer el laberinto de rodillas mientras se recitaba el Miserere a modo de penitencia. En todo el proceso se tardaría el mismo tiempo que Jesús empleó en arrastrar su cruz hasta el monte Calvario por lo que también se le conoce como La Legua.

El laberinto se relaciona de esta manera con la peregrinación del hombre a través del mundo terrenal, una peregrinación tediosa y llena de dificultades hasta llegar al Paraíso Celestial, hasta la Jerusalén prometida.