«La Catedral de Chartres» de Corot
Es una obra del pintor realista francés Corot, ejecutada alrededor de 1830, perteneciente al género del paisaje. Camile Corot fue un artista tardío, ya que aunque le hubiera gustado dedicarse a la pintura desde temprana edad, por diversas circunstancias no pudo consagrarse a ella hasta 1822, cuando contaba con veintiséis años de edad. Estudia con el paisajista Michallon, quien según Corot le dio como consejo “representar con el mayor escrúpulo posible todo lo que tuviese ante los ojos”. Tras pasar una larga temporada en Roma, en 1828 regresa a París, donde en ese tiempo habían surgido grupos de pintores que huyen de los paisajes históricos y convencionales y desdeñan los vastos escenarios italianos (de Poussin y Lorrain) y prefieren los paisajes franceses, con sus landas y sus bosques, más en sintonía con los paisajistas ingleses y holandeses. Además quieren que los espectadores sientan las emociones que ellos tuvieron cuando contemplaron ese aspecto de la naturaleza. Corot, no tiene nada que ver con ellos, permaneciendo fiel a las lecciones de su maestro, representando la naturaleza escrupulosamente, ya que su naturaleza difería de estos pintores melancólicos que buscaban la soledad de landas y bosques salvajes. Fue el mayor paisajista del siglo XIX, cuya importancia radica en haber pintado del natural al aire libre, constituyéndose así en pionero del realismo en el paisaje y en uno de los maestros fundadores del arte moderno. Algunos de los artistas que mejor comprendieron a Corot fueron Monet, Pisarro o Sisley, sobre todo en sus comienzos, ya que más tarde se liberarían de su influencia.
En esta obra, el tema específico de la catedral gótica pudo sugerírselo Contable, cuya pintura era famosa en París a raíz de su exposición en 1824, además de tener en cuenta la revalorización del gótico propia del romanticismo. Corot, además de ésta, pinta las catedrales de Sens, Soissons y Rouen. El edificio ya no está encuadrado en perspectiva, como en los paisajes clásicos, ni absorbido por lo “pintoresco” de la paisajística campesina, como en Constable. Hay un primer plano árido y vacío (ya que las dos figuras que aparecen, las añadió más tarde), con una construcción de sillería y un montículo con un poco de hierba y dos arbolitos. Puede extrañarnos el montículo de tierra que limita la visual y no tiene nada de pintoresco, pero esa tierra revaloriza el corte nítido de los planos del edificio y, la luz, concentrada en los bloques a escuadra, pone en relación con el cielo la volumetría luminosa de la Catedral. Los dos arbolitos oscuros sobre el cielo claro son el contrapunto a las audacias de las luminosas agujas del fondo. Las zonas de sombra tienen su propia calidad tonal, al igual que los planos de luz.
El método pictórico de Corot fue completamente diferente del de sus contemporáneos que, comenzaba por establecer en una tela fina ligeramente coloreada el efecto luminoso que le ofrecía el motivo que quería representar, por medio de una grisalla, para lo que usaba los colores tierra, ocre, negro y blanco. Era muy importante para él, precisar de una vez la sombra más fuerte y la luz más intensa, ya que luego recubría esta grisalla de tonos coloreados buscando los valores justos y la armonía de los colores. A esta forma, corriente en ese momento, añadía una peculiaridad personal, ya que aunque desde el Renacimiento, estaba admitido que, para representar las sombras no había que emplear tonos que contuviesen el blanco, por lo que era necesario aplicar voladuras transparentes, Corot usó el blanco en casi todos los tonos con el fin de conseguir cierta opacidad y al mismo tiempo dos registros, uno transparente y el otro, opaco.