La Catedral de Bruselas
El templo catedralicio de la capital de Bélgica es un edificio de dimensiones y aspecto solemne. Aún hoy en día es capaz de impresionar, pero se trata de una construcción de época gótica. Una excelente obra gótica con una clara influencia de las grandes catedrales francesas de este estilo, como las de Reims o la de Amiens, poblaciones por cierto al norte del país galo, y relativamente cercanas al territorio belga.
En el caso de la Catedral de Bruselas estamos ante un templo que se comenzó a construir en el año 1226. Si bien antes en este mismo solar hubo una capilla bajo el culto de San Miguel, en la cual se había depositado el cuerpo de Santa Gúdula en el siglo XI. Por ello, la catedral actual está bajo las advocaciones de estos dos santos. Si bien no siempre ha sido catedral, ya que hasta 1961 tuvo un rango inferior, el de Colegiata.
Como decíamos la construcción se inició en 1226 levantando el coro, y luego vendrían las naves y las torres, si bien estas últimas no se culminaron hasta muchos años después, en el siglo XV. Desde entonces lucen espectaculares en la fachada, y más aún desde que en siglo XIX se construyó una escalinata ante el templo, la cual todavía le proporciona más monumentalidad a su exterior.
Y esa monumentalidad continúa cuando nos adentramos al recinto. Se trata de un templo enorme, con una longitud de 110 metros y casi 30 de altura. Un interior bañado por la luz que entra por los grandes ventanales, y que se distribuye en tres naves. Y como curiosidad hay que decir que en este templo típicamente gótico, esas naves están separadas por anchos pilares redondos de estilo normando unidos por arcos de crucería. Y hasta esos recios pilares llegan los sencillos nervios recorren las bóvedas. Aunque antes de llegar a esas bóvedas hay una parte alta que presenta el triforio y ventanas.
Gran parte de esas ventanas, sobre todo las de puntos especiales del templo poseen espléndidas vidrieras, algunas de ellas de origen gótico, si bien el conjunto se ha ido haciendo con el paso de los siglos, por lo que hay de distintas épocas hasta llegar al siglo XIX. No obstante, todas tienen en común muchos aspectos formales con el arte gótico de los vitrales, que aquí alcanza su esplendor en varios rosetones del siglo XVI.
En realidad, este superposición de épocas y siglos es lo más habitual en templos tan grandiosos como la catedral bruselense. Son edificios cuya construcción se prolonga muchísimo en el tiempo. Y una vez acabado, también la decoración y las distintas capillas se va sumando por etapas. Eso hace que aquí bajo la arquitectura gótica hay obras renacentistas, barrocas e incluso más modernas.