Catedral Toulose
La construcción de una iglesia, y más aún de una catedral, suele ser un proceso largo en el tiempo principalmente porque resulta muy costoso y acaba siendo común que, en determinado momento, los recursos económicos empiecen a agotarse y por lo tanto la construcción se dilate en el tiempo. En este contexto no resulta extraño que estas construcciones contengan características de distintos estilos artísticos conjugándose en su construcción partes románicas y góticas o renacentistas con barrocas. Sin embargo, la obra que hoy analizamos en esta entrada posee unas características más que peculiares ya que tanto en su interior como en el exterior se puede apreciar una amalgama de conjuntos artísticos que, lejos de buscar la unidad, han hecho de esta construcción un conglomerado artístico único.
Se trata de la catedral de San Esteban de Toulouse ubicada en el sur de Francia. En realidad, no se conocen a ciencia cierta cuales fueron los orígenes de la construcción que hoy tenemos pero lo que sí parece ser cierto es que el primitivo edificio se levantó sobre los restos de una construcción que databa del siglo III, una pequeña capilla levantada por orden de San Saturnino y que unos años después fue reconstruida por San Exuperio, no obstante, los expertos no han podido realizar las excavaciones pertinentes a este respecto por lo que estos datos no se han podido demostrar aunque muchos expertos están de acuerdo en ellos.
Parece ser que a finales del siglo XI el obispo Isarn ordenó la reconstrucción de aquel edificio que prácticamente estaba en ruinas para levantar una iglesia románica cuyas trazas se modificaron dos siglos después. El templo presenta dos partes bien diferenciada: una zona románica en las naves y otra de estilo gótico en el coro, ambas fueron unidas en el siglo XVI por el arquitecto Jean d´Orleans y precisamente éste es uno de los mayores atractivos del templo, la conjunción de diferentes estilos que son perfectamente visibles para el visitante. De este modo la zona del coro prácticamente duplica la amplitud de las naves y aún hoy se puede apreciar como la zona meridional del templo fue adaptada para dar el paso del románico al gótico.
Pero esta mezcolanza de estilos no quedó ahí, en el siglo XVII el techo -originalmente de madera- se quemó por completo y se decidió sustituir por una bóveda de piedra que si bien en un principio se planteó como una gran cubrición de cuarenta metros de altura, en su construcción final ni siquiera alcanzó los treinta metros.