Catedral Vieja de Salamanca
La ciudad castellanoleonesa de Salamanca cuenta en su casco antiguo con algunos de los edificios más destacados del arte español renacentista y barroco, pero además de la famosa Fachada de la Universidad o de la Casa de las Conchas, la ciudad charra cuenta en su h/dos espléndidas catedrales que aún hoy se mantienen en uso de manera simultánea. En esta ocasión nos centraremos en la conocida como Catedral Vieja, cuyo verdadero nombre es Catedral de Santa María. A menudo las ciudades que levantaban una catedral nueva cuando la vieja se había quedado estilísticamente anticuada o resultaba demasiado pequeña para dar cabida al creciente número de feligreses, el primitivo edificio terminaba siendo derruido, algo que afortunadamente en Salamanca no ocurrió seguramente debido a que las obras de construcción se dilataron demasiado en el tiempo – la Catedral Nueva de Salamanca se comenzó en el siglo XVI pero no se terminaría hasta mediados del XVIII- y el cabildo debía tener un lugar donde albergar a sus feligreses.
Las obras de la Catedral Vieja de Santa María debieron comenzar a mediados del siglo XII y parece ser que en las primeras décadas del siglo XIII la construcción ya estaba oficialmente consagrada. En realidad, este es un periodo de tiempo relativamente para una construcción de gran envergadura como una catedral y sin embargo, en la obra ya se pueden apreciar las confluencias estilísticas de dos estilos arquitectónicos diferentes, el románico y el gótico.
Su planta primitiva era una planta sencilla de cruz latina con tres naves divididas en cinco módulos, de las cuales la mayor es más ancha y alta que las laterales, crucero marcado en planta del que en la actualidad tan sólo se conserva el brazo de la Epístola y cabecera tripartita con capillas semicirculares. Mientras el planteamiento de la planimetría es típicamente románico en las cubiertas encontramos bóvedas de crucería para la nave central y en las laterales bóvedas vaídas propias de la estética gótica.
Los arcos fajones y formeros que dividen cada uno de los módulos de las naves se han apoyado en gruesas columnas cruciformes cuyos capiteles presentan uno de los mejores registros iconográficos del románico peninsular; en ellos se ha llegado a identificar la mano de al menos seis talleres distintos todos ellos de una gran calidad.
Especial mención merece la torre del cimborrio – más conocida como la Torre del Gallo- que al interior se apoya en grandes ménsulas sostenidas por gruesos pilares y al exterior se manifiesta como una cúpula escamada, muy en consonancia con otras cúpulas semejantes de la zona como la de Zamora o la de la Colegiata de Toro.
De las dos torres que la antigua catedral tenía a los pies tan sólo la Torre Mocha se presenta a día de hoy sin aditamentos barrocos. En realidad, todo el aspecto de la catedral está en la actualidad bastante desvirtuado debido a los añadidos posteriores, en su origen la Catedral Vieja contaba con un fuerte aspecto de fortaleza con numerosas almenas que hoy han desaparecido.