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Conjunto palaciego de Persépolis (I parte)

Publicado por Laura Prieto Fernández

La conquista de Alejandro Magno supuso el fin del dominio que los persas ejercían en la zona de Irán y a la vez, el comienzo del fin de una de sus mayores construcciones, el complejo palaciego de Persépolis. Hasta la llegada al trono de Darío I el Grande, el imperio persa tenía su capital en Pasargada sin embargo, el monarca quiso diferenciarse de la rama dinástica predecesora, los aqueménidas, y mostrar su poder erigiendo una nueva capital cuyo uso fue más ceremonial que administrativo.

Según las fuentes arqueológicas y literarias halladas al respecto, Darío I emprendió la construcción de Persépolis hacia el año 509 a.C.

Este magnífico complejo palaciego se desarrolla en una planta rectangular con unos cuatrocientos cincuenta metros de ancho y trescientos de alto, así como cuatro niveles escalonados o terrazas en las que la población se distribuía socialmente; el monarca y su corte vivían en el piso superior mientras que los sirvientes lo hacían en el nivel más bajo. Pese a su antigüedad, la disposición de esta pequeña ciudad ha sido muy pensada: el complejo se dispone en forma de damero y la mayor parte de los edificios fueron construidos en piedra caliza de color grisáceo.

En origen la entrada al recinto se hacía por el lado sur de la plataforma, sin embargo, en época de Jerjes se creó una escalera monumental de doble tramo en el lado occidental que a día de hoy es la única entrada y que se remataba en dos portones de madera que cerraban el recinto. Los caballos debían de hacer su entrada por el lateral este donde el desnivel para el acceso era menor y se salvaba con una pequeña rampa.

y las obras continuaron durante el reinado de su hijo Jerjes I e incluso en el de su nieto, Artajerjes I.

Fue también Jerjes I quien levantó la conocida Puerta de las Naciones, una entrada monumental que pretendía ser más un monumento a los pueblos que integraban el imperio persa. Desde la Puerta de las Naciones sale la Vía de las Procesiones que era una especie de avenida que desembocaba en la Puerta Inacabada -así la llamó Alejandro cuando conquistó Persépolis ya aún no estaba terminada- situada en la zona nordeste de la terraza y que da acceso al Palacio de las cien columnas.