Edificios laicos del Románico
La mayoría de edificios que se estudian de los siglos once y doce son abadías o iglesias, puesto que han sobrevivido muy pocos edificios laicos de este período. Cuanto más bajo era el nivel de los propietarios, menos probable era que su casa sobreviviese hasta la actualidad, debido sobre todo a la pobreza y escasa perdurabilidad de los materiales de construcción. Un buen ejemplo de cómo pudieron haber sido las viviendas de esta época de la mayoría de la población campesina de estos siglos, al menos de esa región concreta, lo constituyen las “casas-establo” de piedra que se hallan en la sierra del Cebreiro en Galicia, España, denominadas, “pallozas”. Su diseño parece remontarse a época prerromana. Cada una de ellas presenta una base aproximadamente rectangular, con las esquinas redondeadas para esquivar el viento, construidas con piedra unida sin mortero y cubiertas con un tejado de paja que remata en forma puntiaguda. No es demasiado alta con respecto al suelo, para conservar el calor (la sierra del Cebreiro es bastante húmeda y ventosa) y su interior está partido en dos por una división de madera, ya que los campesinos vivían en la sección superior y el ganado en la inferior. La severidad del clima de la zona obligaba a los constructores a que las ventanas para la ventilación y la iluminación fuesen realmente pequeñas. Pese a su simplicidad, la adaptación de este tipo de construcción al lugar y al clima, las convierten en construcciones realmente impresionantes.
Algunas casa románicas que han sobrevivido en centros urbanos, ayudan a entender como vivían las gentes de las ciudades del siglo XII. En una casa edificada en Cluny antes de mediados del siglo doce, observamos que, en el piso inferior un gran arco ojival da acceso a una tienda. Las contraventanas de esta entrada estaban hechas de manera que el tendero pudiese abatirlas hacia el interior de la misma y formar con ellas una serie de mesas sostenidas con caballetes, en las que exponía la mercancía. Encima de la tienda, una galería con ventanas pequeñas y arqueadas, flanqueadas por columnitas y pilastras con capiteles esculpidos, iluminan una única y gran habitación en la que vivía la familia del comerciante. La fina calidad de la talla decorativa de la galería es un indicador de que los escultores que habían trabajado en ella, lo habían hecho previamente en el gran monasterio de Cluny, cercano al lugar.
En todas partes los maestros de obra trabajaron también en castillos. En el año 1078, Guillermo I decidió convertir un castillo de madera situado en un ángulo del río Támesis y la vieja muralla romana de Londres, en una fortaleza de piedra, para realizar un edificio que impresionase a los londinenses conquistados y que además le sirviese de refugio en caso de que se sublevasen contra él. El nuevo obispo de Rochester, Gundulf, supervisó personalmente las obras. En una maciza torre rectangular con enormes y gruesos muros y ventanas estrechas, dispuso una habitación alta y grande, una capilla, una despensa y un almacén. La Capilla de San Juan que construyó Gundulf en la Torre de Londres es su logro máximo y constituye un buen ejemplo de la primitiva arquitectura normanda en Inglaterra.
En el mismo período, los cristianos de la Península Ibérica, deseosos de resistir los ataques musulmanes, también combinaron estructuras religiosas y defensivas. La fortaleza más importante y mejor conservada es el castillo de Loarre, en Aragón, cerca de los Pirineos. El enclave del castillo es un alto promontorio que domina una vasta área. Un epitafio del 1095 tallado en el portal de la capilla del castillo indica que esta parte de la construcción se terminó a finales del siglo XI. Entre otras partes del castillo, hay dos torres rectangulares y diversos edificios domésticos. El conjunto está rodeado por una gruesa muralla interrumpida por torres de defensa. Muchos elementos decorativos del conjunto (igual que sucedía con la galería de la casa de Cluny) presentan una gran similitud con los trabajos de las iglesias románicas del mismo período.