El Hospital de Santa Cruz y San Pablo, Lluís Domènech i Montaner (I)
El Hospital de Santa Cruz y San Pablo también conocido como Hospital de la Santa Creu i Sant Pau es una de las mayores obras del arquitecto catalán Lluís Domènech i Montaner. Domènech es sin lugar a dudas la gran figura del modernismo catalán tras Antonio Gaudí, su obra y trayectoria a menudo ha quedado ensombrecida por el genio artístico de Gaudí, sin embargo la obra de Domènech no es en absoluto despreciable y su maestría en la combinación de diferentes estilos artísticos han hecho que sus obras sean de las más admiradas.
Lluís Domènech i Montaner (1850 – 1923) no sólo fue arquitecto sino que también participó en la vida política de Cataluña. Sus obras son fieles a la estética modernista, con materiales sencillos como el ladrillo en las estructuras y la cerámica en la decoración pero poco a poco fueron perdiendo la carga estructural para convertirse en estructuras cada vez más diáfanas que aun así conservaban las formas modernistas.
El hospital fue fundado a principios del siglo XV cuando se fusionaron varios conjuntos asistenciales existentes en uno sólo, éste pasó a ser el principal complejo hospitalario hasta principios del siglo XX. Sin embargo por aquel entonces tan sólo era conocido como Hospital de la Santa Cruz y el sobrenombre de San Pablo, no le sería otorgado hasta 1902 cuando el empresario y banquero catalán Pablo Gil Serra realizó una importante donación con el fin de construir un nuevo edificio que fuese gestionado por el Ayuntamiento de la ciudad. La contribución del banquero fue tal, que se decidió incorporar su nombre al conjunto hospitalario y a partir de entonces fue conocido como como Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, hoy popularmente como Hospital de Sant Pau.
Las obras comenzaron en 1902 y se extendieron hasta 1930, el encargado de llevarlas a cabo fue Lluís Domènech; éste trabajó en su construcción hasta 1920 con continuos parones y conflictos a causa de la gestión de la Administración, a partir de esta fecha Domènech ya era demasiado mayor para hacerse cargo de tan ambicioso proyecto y fue relevado del cargo por su hijo, el también arquitecto Pere Domènech i Roura que siguió prácticamente el mismo modelo de su padres trabajando hasta concluir las obras en 1930.
El hospital ocupaba una gran parcela cuadrangular de 90.000 metros cuadrados en el nuevo Ensanche de la ciudad de Barcelona. Un total de 27 pabellones y un edificio principal para la administración del conjunto conformaban el complejo hospitalario y se encontraban unidos a través de una serie de pasillos subterráneos con el fin de poder trasladar a los enfermos a través de ellos.
En las obras intervinieron algunos de los más destacados artistas del momento como un jovencísimo Pablo Gargallo que se ocupará de las esculturas de la fachada junto con Usebi Arnau, Francesc Labarta para los mosaicos y pinturas y Perpinyà encargado de las construcciones en hierro forjado. El conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997 y Bien de Interés Cultural.