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El Palacio de la Magdalena de Santander

Publicado por A. Cerra

Palacio de la Magdalena de Santander

A comienzos del siglo XX, la ciudad de Santander al norte de España y a orillas del mar Cantábrico se había convertido en un destino preferente para los reyes españoles, que entonces eran Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Por ese motivo, el ayuntamiento de la ciudad decidió construirles una residencia de verano que además regaló a los reyes.

Ese es el Palacio de la Magdalena, ubicado en la península del mismo nombre que se adentra en la bahía santanderina. Es decir, un lugar privilegiado por las vistas y porque a su vez siempre es visible. La intención en ese sentido estaba muy clara por parte del consistorio local, que quería honrarles con lo mejor de lo mejor.

Para eso se sacó un concurso público que ganaron a los arquitectos cántabros Gonzalo Bringas y Javier González de Riancho, quiénes construyeron el palacio en cuatro años, entre 1908 y 1912. Y desde el verano siguiente ya lo ocupó la familia real. En especial la reina. De hecho, la ascendencia inglesa de Victoria Eugenia fue la causante del aspecto británico de la construcción, ya que los arquitectos se inspiraron en las típicas construcciones de la isla de Wight.

Y realmente fue un espacio muy querido por la reina y también sus hijos, ya que lo ocuparon continuamente hasta los años 30. Ya se sabe que después llegaría la República, la Guerra Civil y la posterior dictadura de Franco. No obstante, durante todo ese tiempo el palacio perteneció al nieto de Alfonso XIII, Juan de Borbón, quien finalmente se le devolvió, vendiéndoselo, al Ayuntamiento.

Es decir, hoy es propiedad municipal y se usa como sede la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

Así el Palacio de la Magdalena se ha convertido en la imagen de esta prestigiosa universidad, famosa sobre todo por sus cursos de verano. Y no es extraño que se quiera vincular con una obra tan bella y tan bien integrada en su entorno, que une el mar, el bosque y la propia ciudad.

La fachada alterna los sillares de piedra en esquinas y vanos, con el sillarejo en los muros. Y sus diferentes alturas se separan claramente por impostas horizontales. En general es todo de un gran dinamismo, ya que parecen ser diversos edificios anexos, al presentar unas fachadas que van avanzando y retrayéndose, sin guardar una única línea. Además de que ese alineamiento todavía se rompe un poco más con la presencia de las escalinatas monumentales que hay en los diferentes accesos.

A esto hay que sumar la presencia de torreones de plantas poligonales. Y tampoco los tejados guardan una misma altura. Por cierto, los tejados de pizarra son de una vertiente más acusada que en la arquitectura local, algo que se debe a la citada influencia inglesa. Y la misma explicación tienen los dos niveles de las buhardillas.

No obstante, hay que decir que el clima de Santander tiene muchas similitudes con el del sur de Inglaterra, por esa razón todos esos préstamos formales cuadran a la perfección en este lugar. De hecho, hoy en día algunos rasgos se han incorporado a sus tradiciones constructivas cántabras.