Museo Marítimo del Cantábrico, Santander
En una ciudad como Santander se hace indispensable la presencia de un museo marítimo; centro que se suma a una lista de otros similares, ubicados en la cornisa cantábrica.
Museo de nueva planta, proyectado en 1975 junto a un edificio (enfrentado a éste en la actualidad) que albergaría un laboratorio perteneciente al Instituto Oceanográfico, fue inaugurado después del cierre de la Estación de Biología Marítima de Santander y, desde 1982, depende de la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma.
El edificio del museo se integra perfectamente en el contexto en que está situado (en el paseo paralelo a la Playa de los Peligros), no sólo por el uso de los materiales y colores, que dan una idea del mar, sino porque incluso se ha intentado realizar una similitud formal con un submarino, algo que se puede apreciar muy bien desde la terraza superior.
Es un museo que desde su apertura al público por primera vez en 1981 ha tenido problemas debido a la falta de espacio, albergándose parte de la colección en naves exteriores.
Pese a que se ha intentado conferir al museo un carácter etnográfico e histórico, realmente la parte con mayor preponderancia dentro del edificio es el acuario. Lo que por otra parte es explicable, si se tiene en cuenta que es ésta y no otra la oferta de todo el museo de mayor atractivo turístico.
Esta primacía es algo observable en el diseño de los contenidos, siendo la parte donde la museografía es más llamativa, no desmereciendo por ello en absoluto el resto de los elementos didácticos del resto de las salas.
Lo cierto es que esta característica de museo-acuario también resultó importante a la hora de configurar el espacio puesto que el edificio tenía unas necesidades físicas muy concretas, como un acceso para que los acuaristas pudieran agregar nuevas especies, cuidar de las existentes y limpiar y acondicionar el gran tanque de agua. Este problema se resolvió por medio de un tragaluz ubicado encima del acuario, permitiendo el acceso al mismo. Además, el museo cuenta con un espacio propio destinado a albergar a los animales marinos no incorporados y/o en cuarentena.
El Museo Marítimo del Cantábrico tiene un encanto propio, debido en gran parte a su espléndida ubicación y a un acuario más que visitable: ameno, entretenido y evocador. La única pega a objetar, dejando a un lado cómo los problemas de financiación sufridos en los últimos años afectan a diversos departamentos, es que la mayor parte del espacio está destinado a intentar transmitir conocimientos históricos y etnográficos asociados al mar, siendo este su punto más débil.