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Escalera dorada, Diego Siloe

Publicado por Laura Prieto Fernández

La escalera dorada de Diego de Siloé se encuentra ubicada en el brazo norte del crucero de la catedral de Burgos. La catedral comenzó su edificación en el siglo XIII, más concretamente en el año 1222 de la mano de su comitente el obispo Mauricio; la edificación siguió los modelos del gótico francés: la zona de los pies configurada con tres naves, crucero de una sola nave marcado en planta y cabecera con girola y gran desarrollo.

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La catedral burgalesa aparece ubicada en el lomo de una colina, así debió construirse una escalera que salvara la gran distancia entre la puerta de la Coronería y el espacio interior del templo. El desnivel se salvó en un principio con una escalera de factura románica que hacia el siglo XVI debía estar bastante deteriorada. Por ello el obispo Don Juan Rodríguez de Fonseca encargó al arquitecto renacentista Diego de Siloé (1495 – 1563) la fabricación de una nueva escalera.

El proyecto no era en absoluto sencillo ya que debía realizarse mientras Francisco de Colonia aún construía la Puerta de la Pellejería, la cual determinaría la anchura del proyecto de Siloe y teniendo en cuenta además que la puerta de la Coronería determinaba la altura. No es de extrañar que el encargo recayese en Diego de Siloe; éste, hijo del escultor Gil de Siloe, terminaría siendo uno de los escultores y arquitectos más afamados de la historia del arte español ya que en su obra combina a la perfección las influencias góticas adquiridas de su padre con la tradición hispanomusulmán y las formas del clasicismo renacentista.

El modelo seguido por Siloe está inspirado en la obra del mismísimo Bramante, la escalera se configura a través de un primer tramo que desde la zona del crucero asciende hasta el descansillo situado en el primer piso. Desde éste la escalera se bifurca en dos tramos diferenciados que ascienden hasta dos nuevos descansillos para, desde ahí, volver a encontrarse de nuevo en la zona superior donde se encuentra la puerta.

La escalera cumplía a la perfección su función de nexo entre dos espacios a la vez que en los huecos del paramento se abrieron arcosolios que permitían albergar esculturas o monumentos funerarios. Además el rellano que está más cercano a la puerta de la Cancillería podría ser utilizado como púlpito debido a su gran desarrollo. En el paramento el artista combina motivos animales y vegetales con una gran carga iconográfica siguiendo las formas del estilo plateresco.

La obra de Diego de Siloe se encuentra coronada por una bellísima rejería creada por el orfebre francés Maestre Hilario. Especial mención merece la rejería de la zona superior, aquella que puede actuar como púlpito, y en la que aparecen dos medallones representando a San Pedro y San Pablo.

La obra del burgalés fue admirada por su belleza y elegancia durante siglos, tanto es así que la Escalera Dorada sirvió de inspiración para realizar la escalera de la famosísima ópera de Paris en el siglo XIX y con los años este espacio se ha convertido más en un elemento decorativo que en uno funcional.