Escalera de la Bauhaus de Oskar Schlemmer
Se trata de un lienzo de dimensiones considerables (162 x 114) pintado al óleo por el pintor alemán Oskar Schlemmer en el año 1932. Y esta obra hoy en día se conserva en el Museum of Modern Art de Nueva York, y está allí gracias a una donación de Philip Johnson.
Este es un dato bien curioso para hacerse una idea de los caminos que a veces recorren los artistas y sus obras.
En la primavera del año 1933, Alfred H. Barr Jr., fundador y director del MoMA, hizo una visita a la ciudad alemana de Stuttgart. Una de las cosas que le interesaba ver era una exposición de Oskar Schlemmer (1888 – 1943). Sin embargo, no pudo contemplar sus obras, porque esa exposición había recibido unas críticas pésimas, y hasta intimidatorias por parte de un periódico nazi, así que la muestra se acabó cancelando.
Algo que sufrieron muchos artistas alemanes de vanguardia durante esos años. Por ello, Alfred H. Barr decidió mandar un telegrama urgente a Philip Johnson, el cual era un donante habitual del museo. Y en este telegrama le pedía que comprase la obra Escalera de la Bauhaus para una futura donación. Y dado que hoy esta obra se puede contemplar en el museo neoyorquino es obvio que el cuadro fue comprado en aquel momento.
La obra en sí nos presenta una escena en la Escuela de la Bauhaus, cuyo edificio había proyectado Walter Gropius, y donde el propio Schlemmer fue docente hasta tres años antes de pintar la obra. Incluso la escena se puede ubicar la perfección en el propio edificio de la ciudad de Dessau. Además esta obra la presentó precisamente cuando supo que unos meses antes también los nazis habían clausurado esa escuela de arte, diseño y arquitectura.
Respecto a la obra en sí, podemos ver una estructura en cuadrícula, siguiendo los principios del movimiento de la Bauhaus, Y curiosamente se trata de una escalera por la que todo el mundo sube, solo hay movimiento ascendente, con lo que se hace un homenaje optimismo que reinaba en esa escuela. Algo en lo que se quiere involucrar al espectador, y para ello no duda en poner todos los personajes dándonos la espalda para que los sigamos, salvo uno en el rellano que parece dar un paso de ballet, lo cual también es una invitación a subir.
Por otra parte, muchas de las figuras aparecen seccionadas por el propio margen de la obra, como si compartiéramos espacio. Sin olvidar, que el carácter modular de los personajes, los simplifica enormemente, algo que sirve para proporcionarles una humanidad anónima, en la que podríamos incluirnos cualquiera.
Por último, si se tiene oportunidad de visitar el MoMA, allí se puede ver una obra de Roy Lichtenstein, totalmente inspirada en esta, aunque les separe muchos años, ya que esta versión la hizo en 1988. De hecho, hasta tiene el mismo título de Escalera de la Bauhaus, pero recreada con las características más emblemáticas del Pop Art de Lichtenstein.