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Estación de Dunedin

Publicado por A. Cerra

Estación de ferrocarril de Dunedin

Las estaciones de ferrocarril siempre han sido un icono de modernidad en cualquier época que se hayan construido, independientemente del lugar donde se hayan levantado. Hay fabulosos ejemplos por todo el mundo. Desde muestras antiguas como la arquitectura del acero y el vidrio en la Estación de Atocha en Madrid o un ejemplo de la arquitectura de estilo Beaux Arts en la Estación de Detroit, Estados Unidos.

Y hoy queremos mostrar otra estación de tren muy interesante en un lugar bien distinto. Ni más ni menos que la Isla Sur de Nueva Zelanda. Allí se encuentra la región de Otago y la ciudad de Dunedin, y es ahí precisamente donde hay una estación de ferrocarril digna de conocerse.

La estación de ferrocarril de Dunedin se inauguró en el año 1906 y desde entonces es uno de los grandes hitos arquitectónicos del país. De hecho, se considera uno de los edificios más fotografiados de toda Nueva Zelanda. El motivo de su esplendorosa arquitectura es que se levantó en el momento de máximo esplendor de la ciudad, cuando era un importantísimo centro comercial.

Para su construcción, el arquitecto neozelandés George Troup decidió hacer un peculiar homenaje al Renacimiento flamenco. Si bien tiene mucho de arquitectura ecléctica, sobre todo en los elementos decorativos tanto del exterior como del interior. Fuera llama la atención la torre como punto de verticalidad enfrentado a la horizontalidad de la fachada, la cual gana en dinamismo gracias al evidente bicromatismo entre blanco y negro de las distintas piedras usadas, caliza y basalto.

En cambio en el interior hay que destacar el embaldosado, así como con los recubrimientos de porcelana en el salón de reservas. Y también dentro se descubre una plataforma principal que es la más larga de toda Nueva Zelanda. No hay que olvidar que en sus orígenes por esta estación llegaron a circular hasta 100 trenes diarios, incluyendo los de largo y corto recorrido, así como muchos de mercancías. Sin embargo, en la actualidad ya solo hay uno, y sobre todo es empleado por los turistas que se acercan hasta esta hermosa región de la Isla Sur neozelandesa.

Por ese motivo, hoy en día este gran edificio debe compartir los usos ferroviarios con otros servicios como un restaurante, una galería artística o el Salón de la Fama del Deporte en Nueva Zelanda. Además de que es el recinto ideal para la celebración de ciertos eventos, incluido un desfile anual de moda aprovechando su larga plataforma. Así que por donde antes pasaban grandes locomotoras, a día de hoy pasan las frágiles modelos.