Iglesia de San Lorezo de Turín, Guarino Guarini
La iglesia de San Lorenzo de Turín es una de las construcciones más destacadas de la ciudad y uno de los proyectos más ambiciosos del arquitecto Guarino Guarini; en realidad el templo es la suma de los proyectos de varios arquitectos que trabajaron en su ejecución pero sin lugar a dudas es el último proyecto de Guarini el que le confirió su aspecto final y el que más destaca por ser una muestra de pericia técnica e imaginación arquitectónica.
Camillo Guarino Guarini (1624 – 1683) es uno de los arquitectos más destacados del Barroco italiano. Su obra a menudo se ve ensombrecida por la estela de grandes genios de la talla de Bernini o Borromini pero en un estudio detallado de su arquitectura se puede comprobar como Guarino se ve menos influenciado por la estética barroca incorporando una mayor libertad estilística en sus construcciones. El artista ingresó en la orden Teatina en 1639 y se formó en diversos ámbitos (arquitectura, teología…) realizó algunos trabajos para su orden pero sin lugar a dudas su mecenas más importante fue el duque de Saboya.
Fue precisamente Manuel Filiberto, duque de Saboya, quien encomendó al artista la construcción de la iglesia de San Lorenzo de Turín. Tras la victoria en la batalla de San Quintín donde el duque estaba aliado con el monarca español Felipe II, ambos dirigentes planearon levantar un templo en honor a San Lorenzo; el rey español levantó un gran complejo monástico, El Escorial, mientras que Manuel Filiberto hubo de contentarse con dedicar al santo un templo ya existente y sólo con posterioridad podrá levantarse un nuevo templo.
En la nueva construcción intervinieron artista de la talla de Vittozzi o Castellamonte sin embargo lo más destacado son las obras llevadas a cabo por Guarino entre 1666 y 1680. El arquitecto planteó un templo de planta centralizada cuyo cuerpo principal es un gran octógono que da acceso a un presbiterio muy desarrollado con forma elíptica y cabecera tripartita con las capillas laterales independientes de la capilla central. A los pies un espacio rectangular sirve de zaguán de la construcción permitiendo el acceso desde el exterior.
Sin ningún lugar a dudas lo más destacado de la construcción es la gran cúpula octogonal que cubre el espacio central. Apoyada en un altísimo tambor en el que se han abierto vanos rectangulares, se levanta una cúpula nervada que se apoya en columnas de tipo serlianas y cuyas nervaduras se entrecruzan remitiendo a los motivos de la arquitectura hispanomusulmán.
La iglesia de San Lorenzo se levantó e la famosa Plaza del Castillo en las inmediaciones del Palacio Real y es precisamente esta ubicación la que explica el hecho de que el templo carezca de una fachada exterior. La iglesia pasa desapercibida en el urbanismo de la plaza y sólo la gran cúpula emerge para resaltar sobre el resto de las construcciones circundantes. Este ascetismo de la zona exterior contrasta con el interior del templo completamente barroco y decorado hasta el último detalle en un sinfín de mármoles y dorados.