Iglesia de Tromsdalen
Este modernísimo edificio es la iglesia parroquial que se construyó en el año 1965 en el barrio de Tromsdalen de la ciudad noruega de Tromso. Sin embargo, pese a su rango de parroquia luterana, dada su belleza y monumental presencia ha pasado a conocerse como la Catedral del Ártico, dada su ubicación más allá del Círculo Polar Ártico. Y no es el único sobrenombre que se le ha dado, ya que por su forma tan peculiar en más de una ocasión se le ha denominado como el Teatro de la ópera de Noruega, para relacionarla con la Casa de la Ópera de Sidney y establecer así un paralelismo con una de las construcciones más carismáticas del siglo XX.
Lo cierto es que el edificio es una modernidad absoluta por su forma y por su material, el hormigón, y desde luego rompe con las tradicionales iglesias de madera o stavkirke típicas de Noruega, y de las cuales hay ejemplos en la misma ciudad de Tromso.
El contraste entre esos edificios y la iglesia de Tromsdalen no puede ser mayor. Aquí se levanta un templo con 11 paneles de hormigón, que a su vez se recubre con aluminio. Una idea que planificó el arquitecto Jan Inge Hovig y que nunca ha terminado de aclarar en que se inspiró para darle tal volumen. Y es que con esa forma parece evocar distintos elementos, como los típicos secadores de bacalao, las montañas que tiene a su espalda e incluso puede recordar a las tiendas sami de la población de Laponia. Si bien hay quien quiere ver una especie de iceberg varado, algo que no es ni mucho menos tan evidente como la auténtica Ópera de Noruega construida en Oslo.
Además del hormigón y el aluminio, en el edificio también cobra una importancia relevante el uso del vidrio. Especialmente en la fachada principal, la cual se eleva 35 metros y está total acristalada. Si bien en lo que sería su cabecera orientada hacia el este también hay vidrieras, en este caso con representaciones de escenas bíblicas a base de vidrios de colores, que además sirven para crear una atmósfera especial en el interior del templo.
De hecho la luz es la gran protagonista del interior, ya que en este lugar tenemos que unir por un lado la tradicional austeridad y sobriedad de los templos protestantes con la idea del minimalismo propiamente surgida en Escandinavia. De ahí que el interior sea de una gran sencillez, y en él tan solo destacan las grandes lámparas, así como un enorme órgano construido hace unos años, el cual se usa tanto en las celebraciones religiosas como en la programación de conciertos musicales.