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La Esnoga de Ámsterdam

Publicado por A. Cerra

La Esnoga interior

En el siglo XVII había una gran cantidad de judíos sefardís en la ciudad holandesa de Ámsterdam, una población que habían sido expulsados de la Península Ibérica, tanto de España como de Portugal, y en los Países Bajos habían encontrado un ambiente mucho más tolerante, además de la mejor ocasión de hacer importantes negocios dado el floreciente periodo económico que se vivía en ese territorio.

El hecho es que toda aquella comunidad emprendió la construcción de varias sinagogas y alguna de ellas ha llegado hasta nuestros días como la Esnoga o Sinagoga Portuguesa que se construyó en 1675, siendo su arquitecto uno de los constructores más importantes de aquellos años en la ciudad, Elias Bouman. De hecho este arquitecto, antes había participado en el diseño de la Gran Sinagoga de Ámsterdam, la cual había impulsado los judíos ashkenazim, presentes aquí antes que los sefardís.

Bouman planteó una edificación enorme desde el exterior, pero que no traduce su verdadera función ni por la simbología ni por la forma. Aunque si hay ciertas inscripciones para identificarlo como un templo hebreo. Es un gran edificio de base rectangular y abierto en sus muros por 72 ventanas de hierro forjado que bañan de luz el interior. Aunque dentro también hay unas inmensas lámparas de araña donde se encendían miles de velas de cera.

Las poderosas dimensiones del inmueble indican el poder que había alcanzado la comunidad sefardí, capaces de levantar tan gran edificio, que como otros muchos en Ámsterdam se eleva mediante pilotes de madera que salvan el fango del subsuelo de la ciudad.

La Esnoga exterior

También en la parte alta hay madera, ya que es una techumbre a base de vigas de madera. Mientras que en el suelo de la sala de oraciones hay arena, algo que tiene que ver con la absorción de la humedad del lugar, pero también con la idea de caminar sin hacer ruido.

En un extremo del templo se encuentra el Arca, mientras que en el otro está el púlpito o teibáh. Y también llaman la atención las 12 columnas que sostienen la galería de las mujeres, y que representan las doce tribus de Israel.

El exterior y la sala de oraciones es enorme, y desde luego queda clara la intención de vincular su grandiosidad con el desaparecido Templo de Salomón en Jerusalén. No obstante, además de su arquitectura y su historia, hay otros elementos de gran valor. Por ejemplo, en un subterráneo se conserva la cámara de los tesoros, donde hay una colección extraordinaria de objetos litúrgicos, manuscritos y piezas textiles. Además de que aquí está la Biblioteca judía más antigua del mundo, la Ets Haim o Livaria Montezinos, con tesoros bibliográficos catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.