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Monasterio de Cluny

Publicado por A. Cerra

Abadía actual de Cluny

En la fundación de este monasterio participó el poderoso duque de Aquitania Guillermo II. Él, en el año 909, le concedió al abad el privilegio de construir en la villa de Cluny, en la región de la Borgoña francesa, el privilegio de construir un monasterio para albergar doce monjes, los cuales no estarían sometidos a ninguna otra jurisdicción que no fuera la del Papa. Con el tiempo, todos los monasterios de la misma orden, que acabó llamándose cluniacense, tuvieron el mismo privilegio de no estar sometidos a ninguna ley civil, y únicamente estaban obligados a obedecer los dictados del Papa. Si bien en la práctica todas las abadías y monasterios de la orden obedecían a su casa madre en Cluny, por eso este monasterio llegó a ser tan poderosos durante los siglos de la Edad Media.

Tanto poder significó diferentes un gran desarrollo del monasterio a lo largo del tiempo, es decir, poco a poco se fue enriqueciendo, ampliando su extensión y adaptando su construcción para las nuevas necesidades, reflejando también así su poderío en forma de diversas reformas constructivas. Así desde su fundación a principios del siglo X, el monasterio fue creciendo tanto en dependencias para sus monjes como en el tamaño de su iglesia. De hecho llegó a albergar a casi un centenar de monjes.

Todo esto se sabe gracias a las crónicas medievales de viajeros y monjes, así como por documentación administrativa hallada por los historiadores y dibujos de la época, ya que de aquel esplendoroso medieval tan apenas ha llegado nada hasta nuestros días. Sin embargo, se tiene constancia de que fue el arquetipo constructivo para muchas obras religiosas de la primera fase del estilo románico.

Su expansión se debió a la enorme eficiencia conseguida por los miembros de la orden, conocidos como los “monjes negros” por su tradicional hábito de ese color, fruto de sus orígenes benedictinos. Ellos fueron los impulsores de una reforma religiosa de gran calado en la Cristiandad medieval y el hecho es que durante los siglos X y XI su prestigio hizo que fueran reclamados por numerosos reyes, príncipes, nobles y señores feudales cuando querían modernizar sus territorios. De este modo se iban construyendo pequeñas réplicas del monasterio de Cluny desperdigadas por muchos países de Europa, lo cual sirvió para extender cada vez más sus dominios y también divulgar las formas constructivas y los elementos decorativos del Románico por todo el continente, ya que este estilo artístico está considerado uno de las primeras corrientes culturales plenamente europeas.