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Monasterio de San Lorenzo del Escorial (II)

Publicado por Chus

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Felipe II, pese a su carácter austero, quiso hacer del que había de ser el núcleo de la monarquía Hispánica, un gran centro del arte y de las letras. Para ello, llevó al Escorial los manuscritos árabes que no habían sido quemados por el cardenal Cisneros, una serie de Códices griegos del erudito Antonio Agustín Hurtado de Mendoza y otras series de libros traídos de otros lugares. Debido a este afán su biblioteca es un lugar muy importante, lo mismo que la pinacoteca.

El primer arquitecto, Juan Bautista de Toledo, fallece a los cuatro años del comienzo de la obra, por lo que tras un breve período, se hace cargo de al misma el arquitecto Juan de Herrera, que también había trabajado en Italia. Su intervención en el edificio va a resultar decisiva, de manera que al estilo escurialense se le conoce también como estilo herreriano.

La fachada exterior del gran monasterio es un inmenso muro de granito, sin adornos, con torres en los extremos que no destacan del resto del plano del muro, para no crear salientes. Debido a esto, la línea horizontal es la predominante, rota solamente por la vertical de los ángulos del conjunto, en que resaltan las torres. Además todo el exterior resulta simétrico, monótono, con un ritmo de ventanas talladas geométricamente, que se suceden interminablemente. Solamente en el centro del muro, aparece destacada la puerta principal, decorada con pilastras dóricas que sostienen un cuerpo central que se prolonga hacia lo alto con cuatro pilastras menores y un frontón triangular, elemento que se eleva sobre el nivel del tejado. A ambos lados de la portada principal, en perfecta simetría, se abren dos portadas que rompen en vertical la fachada, ya que tienen colocados sendos cuerpos trapezoidales rematados en frontón. Los elementos ornamentales del edificio básicamente se componen de pináculos prismáticos y de bolas pétreas que los rematan, siendo ambos elementos muy repetidos en la arquitectura del primer barroco madrileño.

El interior se estructura en torno al patio que precede a la Iglesia, sirviéndole de atrio, el llamado Patio de los Reyes. La fachada de la Iglesia, nos remite al arte clásico, en la que los únicos elementos escultóricos van a ser los seis reyes de Judea elevados sobre pedestales sobre el entablamento del primer piso de la misma. Destaca también la gran cúpula del crucero rematada en linterna, ya que la iglesia tiene una planta de cruz griega. En el interior continúa con el orden dórico, mediante pilastras de orden gigante que llegan hasta el mismo arranque de las bóvedas. Las altas pilastras, los anchos arquitrabes adornados tan solo con triglifos, las proporciones del edificio, el que no haya mármol ni estuco, tan solo el granito desnudo, dota al conjunto de una solemnidad comparable a la de un panteón.

A ambos lados dentro del recinto se sitúan dos patios. Uno de ellos, el de los Evangelistas, se compone de un claustro de dos pisos a base de arcos de medio punto entre los que se intercalan pilastras. En el centro se sitúa un templete hexagonal de dos cuerpos que van decreciendo, estando el segundo rodeado de una balaustrada. Está cubierto por una cúpula de media naranja, prolongada en una linterna. En los cuatro lados, tiene colocadas las esculturas de los Evangelistas. Tiene la característica decoración de bolas escurialenses. Tal vez sea la parte del recinto en la que el arquitecto se permitió una mayor libertad creativa.