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Monasterio de los Jerónimos, Granada

Publicado por Laura Prieto Fernández

El Monasterio de San Jerónimo en Granada es, junto con La Capilla Real, una de las obras renacentistas más destacadas en la ciudad andaluza. En la actualidad y desde el 4 de julio de 1931 el monasterio se encuentra inscrito en la lista de monumentos nacionales bajo la categoría de BIC, Bien de Interés Cultural.

El año de 1492 es una de las fechas más señaladas en la historia de España, en esta fecha diversos acontecimientos históricos darán un giro trascendental a la historia española y uno de esos acontecimientos históricos será la reconquista total de la Península Ibérica gracias a la intercesión de los Reyes Católicos. La conquista de Granada –último foco nazarí- supuso una amplísima remodelación estilística y urbana para la ciudad, los monarcas trataron de dejar su impronta en la ciudad que tanto les había costado conquistar y convertir Granada en el nuevo icono de la cristiandad para ello levantaron –o en muchos casos se adueñaron y remodelaron- diferentes construcciones.

En este sentido debemos destacar como ese mismo año comenzó la construcción de este fastuoso monasterio siguiendo las directrices del estilo gótico que con la llegada al trono de Carlos V se cambiarían por el tradicional estilo renacentista propio de su época. Fue precisamente este monarca quien cedió en torno al año 1523, el conjunto monástico o más bien la construcción de su iglesia, a la duquesa de Sessa. Esta práctica era habitual en la época y muchos nobles se hacían cargo de las costosas obras religiosas a cambio de disponer de un espacio privilegiado para su enterramiento. En realidad el monasterio de San Jerónimo alberga un buen número de capillas nobiliarias como la de la duquesa y su marido El Gran Capitán, la de Ponce de León, Francisco de Bobadilla etc.

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Las obras corrieron a cargo de Jacopo Florentino el Indaco, quien opta por abandonar el estilo gótico y concederle a la construcción una estética más renacentista, y que poco después fue sustituido por el arquitecto español Diego de Siloe a quien pertenece la mayor parte de trazas que hoy se conservan sin alterar. La iglesia presenta planta basilical con una sola nave y crucero en donde el Indaco colocó dos capillas ricamente decoradas. A los pies de la iglesia se levantó, elevando, un gran coro al que se accede por una escalinata muy volada. En la parte del monasterio nos encontramos con dos claustros de los que especialmente destaca uno de ellos con una amplia decoración renacentista.

Las cubriciones son obra de Siloe quién optó por utilizar bóvedas de medio cañón con un último tramo avenerado; el cimborrio del crucero se levanta sobre veneras y se cubre con una cúpula de arista que sigue la tradición gótica pero en la que se han incorporado elementos renacentistas como los óculos o los casetones que confieren unidad a todo el sistema de cubrición. A lo largo de todo el templo se desarrolla un complejo programa iconográfico que combina los grutescos con personajes bíblicos del Antiguo y el Nuevo Testamento.