Palacio de Fontainebleau
Esta es una de las grandes obras de arquitectura civil francesa en el estilo del Renacimiento, ya que se trata de un gran palacio que hizo construir el rey Francisco I (1494 – 1547). Un monarca que tenía dos pasiones, la caza y las artes. Pues bien en los famosos bosques de Fontainebleau acudía regularmente a cazar, así que decidió levantar allí un majestuoso palacio de aires decorativos, con una clara influencia de la arquitectura florentina y romana de la época.
Eso sí, a diferencia de muchas de esas obras italianas, aquí estamos hablando de un palacio real, de dimensiones considerables y que de alguna forma ha integrado edificios anteriores. De hecho, aquí fue construida una abadía en el siglo XII, auspiciada por el rey Luis VII y consagrada por Thomas Beckett. Y más o menos de aquellos tiempos se conserva una torre medieval.
No obstante, la apariencia renacentista del conjunto poco tiene que ver con esos orígenes, ya que aquí todo está concebido por un espíritu hedonista de la vida, buscando la belleza y los placeres, tanto en las diferentes construcciones de la residencia como en sus espectaculares jardines.
Además de que hay que tener en cuenta que los palacios fueron incorporando nuevas estancias y construcciones con el paso de los años. Añadiendo así nuevas corrientes artísticas, como es el caso de la Capilla de la Santa Trinidad que fue diseñada por Enrique II en 1550, si bien fue pintada con frescos durante el reinado de Enrique IV y definitivamente se concluyó durante el gobierno de Luis XIII, nacido precisamente en este palacio en 1601 y muerto en 1643, o sea en un periodo puramente barroco.
Y otro ejemplo de esos añadidos posteriores, por ejemplo sería la monumental escalinata que conecta el palacio con el patio del caballo blanco o Cour du Cheval Blanc. Es la Escalera de Fer à Cheval, de un trazado en forma de herradura que construyó Jean Androuet du Cerceau en 1634.
No obstante, algunos de los puntos más importantes del actual Palacio de Fontainebleau son obra de tiempos de Francisco I. Uno de ellos sería la magnífica Porte Dorée, que originalmente sería la caseta del guarda de la finca, pero que se transformó en el espectacular paso hacia los bosques de Fontainebleau. Un pabellón diseñado por Gilles le Breton para que Francisco I sintiera ya el placer que irse de caza en cuanto la cruzaba.
Y en el interior de palacio también habría que destacar la Salle de Bal (el salón de baile). Un obra que Enrique II, hijo y sucesor de Francisco I, le encargó al arquitecto italiano Primaticcio en 1552. Un salón de lo más espectacular por los emblemas adornan el techo artesonado y su reflejo en el brillante suelo de la sala.
No es esta la única obra creada por italianos para Fontainebleau. Abundan, pero hay que destacar el relieve de la Ninfa de Fontainebleau de Benvenuto Cellini, tal vez la obra más monumental que hizo para el rey francés, y seguramente también la más burlesca.