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Plaza Mayor de Salamanca

Publicado por Laura Prieto Fernández

La Plaza Mayor de Salamanca se construyó siguiendo los parámetros urbanísticos y estilistas de la época barroca.

Fue mandada construir por Rodrigo Caballero, corregidor de la ciudad de origen andaluz. Pretendía que Salamanca contase con una plaza acorde a su estatus ya las necesidades de una ciudad con una población cada vez más grande, siguiendo los modelos urbanísticos de otras plazas de la época como Madrid, Valladolid, Córdoba…

La plaza se realizó entre 1729 y 1756 y la construcción se llevó a cabo en dos fases.

En la primera fase 1729- 1735 fue nombrado arquitecto feje Alberto Churriguera. Según la intención de Rodrigo Caballero el espacio que debía ocupar la plaza era mucho mayor que el actual pero los constantes litigios del ayuntamiento de la ciudad con los dueños de los solares redujeron el proyecto a una plaza prácticamente cuadrada con unos 80 metros de superficie. La plaza, que en un primer momento debía recibir el nombre de Plaza de San Martín por la cercanía de la iglesia dedicada a este santo, se configuró como un espacio de marcada horizontalidad.

Sobre un pórtico adintelado y abierto a la plaza a través de arcos de medio punto, se levantan tres pisos con balconadas que se vierten al patio de la plaza. El uso de pilastras cajeadas de orden gigante en el primer y segundo piso, hacen que el tercero se configure como un pequeño ático. La construcción aparece rematada por una balaustrada.

Siguiendo este proyecto Alberto Churriguera construye dos pabellones: el Pabellón Real, que recibe su nombre de los medallones o clípeos que decoran las enjutas de los arcos con imágenes de monarcas españoles, y el Pabellón de San Martín, denominado así por ser el más cercano a la iglesia de San Martín.

Cuando Alberto Churriguera finalizó la construcción de los dos pabellones hubo de ausentarse de la ciudad quedando el proyecto en manos de su sobrino Manuel de Larra Churriguera. Durante un tiempo se debatió sobre si modificar el proyecto para darle un nuevo aspecto a los dos pabellones que restaban por construir, pero finalmente se optó por seguir con el proyecto inicial.

Entre 1735 y 1750 la construcción de la Plaza Mayor de Salamanca estuvo paralizada, los problemas del Ayuntamiento con los propietarios de los solares que se debían expropiar para construir la plaza fueron una constante y entorpecían constantemente la ejecución del proyecto.

Entre 1750 y 1765 se produjo la segunda fase de construcción, esta vez se levantaron los pabellones oeste, el de Petrineros dedicando su iconografía a personajes ilustres, y el pabellón norte que albergaría el ayuntamiento de la ciudad de la ciudad y otorgaría a la plaza su condición de Plaza Mayor.

En esta segunda fase la configuración de balcones corridos que Alberto Churriguera había plasmado en los dos primeros pabellones se modificó por balconadas individuales que otorgan un aspecto más modular, pero en general se siguen las mismas líneas del proyecto de éste.

La Casa Consistorial fue realizada hasta su espadaña, que fue añadida en 1852, por Andrés García Quiñones siguiendo el modelo de fachada retablo. El Ayuntamiento consigue, sin romper la armonía de la plaza, focalizar la atención del espectador y erigirse como centro de la construcción. Con tan solo dos plantas su decoración abigarrada ya anuncia componentes rococós en él, el juego de luces y sombras, frontones partidos, volutas… supone la máxima expresión del barroco.

La piedra de Villamayor con la que fue construido todo el conjunto otorga a la plaza un color dorado que, al atravesar sus arcos, cautiva al espectador. Desde el momento mismo de su construcción la Plaza se convirtió en el corazón de la ciudad, a lo largo de su historia sus soportales han actuado de mercado, en ella se han representado comedias, ha albergado corridas de toros, ajusticiamientos y un largo etcétera que se extiende hasta nuestros días.