Ribat de Susa
Durante el periodo de esplendor del califato abbasi que llegó desde el Oriente Próximo hasta la Península Ibérica surgió un tipo de construcción islámica muy particular. Los ribat, unas fortificaciones relacionadas con el concepto de Guerra Santa. Es decir, se trataba de fuertes para los llamados “combatientes de la fe”. Pero estamos hablando de la Edad Media, una época en la que esto también tenía su paralelismo con las construcciones que levantaban los monjes guerreros cristianos de las Órdenes Militares, como por ejemplo el espectacular Krak de Chevaliers.
Se puede decir que los ribat comenzaron a construirse en el siglo VIII en la zona del litoral mediterráneo del norte de África. Allí donde se habían asentado los musulmanes y se tienen que enfrentar de vez en cuando con los barcos de los bizantinos.
Una de esas construcciones que nos ha llegado en muy buen estado de conservación es el Ribat de Susa en Túnez. Fue una construcción de concepto muy simple, en la que se empleó la robustez de la piedra bien escuadrada. La planta de la fortificación se basa en la forma cuadrada, y tanto en los ángulos como en la parte central de sus paramentos se levantaron torres para reforzar su defensa.
Otro elemento que nos habla de su empleo como infraestructura militar es que tiene una única entrada. Se trata de un cuerpo avanzado respecto al muro defensivo, Un puerta que da paso al patio interno en torno al cual se distribuyen todas las estancias del ribat, desde sus celdas y habitaciones, hasta los espacios comunes para caballerizas o cocinas. Y por supuesto también hay una sala dedicada en exclusiva para la oración, la cual se encuentra en el primer piso del lado sur.
El carácter religioso de los ocupantes de un ribat hace que sea muy importante esta sala para orar, la cual consta de once naves abovedadas, cada una de ellas compuesta por dos arcadas perpendiculares al muro de la qibla que indica la dirección a la ciudad santa de La Meca.
Y otro elemento destacado del conjunto es la torre cilíndrica en la esquina sureste. Es la torre más alta de todas, y los historiadores piensan que tuvo una doble función. Por un lado serviría como alminar de la mezquita para llamar puntualmente a la oración. Pero también su altura permitía que fuera un puesto de observación privilegiado, así como un buen lugar para la emisión de señales.
En definitiva, que el Ribat de Susa construido en el siglo IX es la mejor construcción en su género de Túnez, donde también se puede ver otro ribat contemporáneo en Monastir, aunque en peor estado de conservación.