San Julián de los Prados
La iglesia de San Julián de los Prados o Santullano, es una iglesia prerrománica mandada construir en Oviedo por el monarca Alfonso II entre el 826 y el 838. La iglesia formaba parte de un conjunto palatino mucho mayor que no ha llegado hasta nuestros días. El templo fue dedicado a los santos Julián y Basilisa.
Consta de una planta basilical con tres naves de las cuales la mayor tiene mayor altura y anchura que las laterales. Situada de este a oeste, la pequeña iglesia cuenta con un nártex o vestíbulo a los pies de forma cuadrangular que daría acceso a las tres naves. Éstas se separan entre sí por medio de una arquería de arcos de medio punto sustentados por gruesos pilares de sección cuadrada.
Las tres naves dan paso a un ancho crucero que se marca en altura pero no así en planta. El acceso al transepto se realizaría a través de una triple arcada de medio punto que se configura como los antiguos arcos de triunfo. Sobre él una tribuna de madera regia de la que apenas queda algunos restos. El espacio del transepto adquiere aquí una fuerte caracterización simbólica, es el punto de unión entre el lugar reservado a los fieles, el hombre, y la cabera que representa a Dios.
La cabecera es tripartita y de testero plano siguiendo las pautas típicas de las construcciones prerrománicas asturianas. En ella, el ábside central recibe decoración escultórica de columnas con capiteles florales que sustentan una arquería ciega, este mismo motivo se repite en las capillas laterales realizado decoración pictórica. También destacar sobre la capilla central la presencia de una cámara que se proyecta al exterior a través de una triple arquería. Estas cámaras son características del prerrománico asturiano y, aunque su función aún hoy es debatida, es muy posible que se tratara de pequeñas cámaras del tesoro relacionadas con los opistomos griegos que servirían para albergar las riquezas del templo.
La cubrición de las naves es adintelada y ejecutada en madera mientras que la cabera se cubre a través de bóvedas de medio punto muy sencillas.
Al exterior, la construcción ha sido realizada en sillarejo de piedra mientras que en las esquinas se ha utilizado sillares dispuestos a soga y tizón. Los volúmenes interiores, como posteriormente pasará en el arte románico, son claramente discernibles en el exterior.
En cuanto a la decoración destacar los vanos con celosías que se abren en el desnivel de la nave central con las laterales y que otorga a ésta mayor luminosidad y claridad. Especial importancia adquieren los frescos que decoraban el crucero, la nave central y las capillas laterales de esta capilla palatina. Otras iglesias prerrománicas como San Miguel de Lillo -que pertenece al conjunto del Naranco- también contaban con este tipo de decoración, pero sin duda las de Santullano son las de mayor calidad y las mejor conservadas.
El conjunto pictórico presenta claras influencias de época romana y se distribuye en tres registros horizontales bien diferenciados. Son representaciones geométricas y arquitectónicas adornadas con elementos vegetales y florales: en el registro inferior se representa un zócalo que imita al mármol y un entrelazo de figuras geométricas, el segundo cuerpo es decorado con edificios y cortinajes que se alternan con pequeñas construcciones. En el último cuerpo se repite el motivo de las construcciones con cortinajes esta vez alternados con cruces que llevan el alfa y la omega y amplios espacios rectangulares.
La construcción de San Julián de los Prados fue declarado Bien de Interés Cultural en 1917 y Patrimonio de la Humanidad en 1998, pese a ello su estado de conservación no es el idóneo al estar situada en una de la vías con más tráfico de Asturias, la autovía Y que une los principales municipios del Principado.