San Sernín de Toulouse (II)
Es una típica iglesia de peregrinación, con planta de cruz latina, con un elevado cimborrio (torre levantada sobre el crucero, en el lugar de intersección del brazo longitudinal de la cruz con el transversal, llamado transepto). La parte oriental se corresponde con el extremo de la iglesia, es la cabecera, sección de la iglesia concebida como una especie de “almohada” de descanso para la cabeza de Cristo cuando estaba colgado en la cruz. Es una iglesia de cinco naves en su brazo longitudinal, mientras que en el brazo del transepto, tiene tres. Posee cinco capillas absidiales en la cabecera y dispone también de dos en cada brazo del crucero.
En su interior se observan los dos elementos sustentantes característicos, que son los gruesos muros y los pilares compuestos (núcleos poligonales que llevan adosadas una serie de semicolumnas, que soportan los arcos formeros y fajones de las bóvedas central y laterales). Éstos sostienen la arcada principal compuesta por arcos de medio punto. De cada pilar se eleva una semicolumna que pasa por las galerías de la arquería hasta la altura de la bóveda de cañón que cubre la nave. Ese arco de refuerzo recibe el nombre de arco fajón. Las galerías que constituyen la tribuna, situadas sobre las naves laterales, se cubren con bóvedas de medio cañón que ejercen el contrapeso contra el empuje dirigido hacia fuera y hacia debajo de la bóveda de cañón. A nivel del suelo, naves y girola se cubren con bóvedas de arista y cada intercolumnio forma un espacio claramente definido, ya que se encuentran proporcionalmente relacionados entre sí. El plano de San Sernín se basa en un módulo, el proporcionado por el intercolumnio del crucero (siguiendo el modelo del monasterio del siglo IX de San Gall en Suiza), de modo que cada intercolumnio de la nave tiene la mitad del tamaño de dicho espacio y los de las naves laterales, tienen una cuarta parte del mismo.
En la portada occidental destaca sobre el conjunto del edificio la “Puerta de Miègeville”, portada que, a través del quinto intercolumnio de la nave lateral sur, da acceso a la nave central de San Sernín. Fue construido alrededor del año 1110, constituyendo uno de los primeros grupos escultóricos europeos realizados tras la desaparición del Imperio Romano. Sus rasgos generales recuerdan las formas de un arco de triunfo, como puede ser el “Arco de Triunfo de Orange”, en el sur de Francia, lo cual tampoco carece de lógica, ya que la entrada de una iglesia conduce a un lugar victorioso, al reino de Cristo, simbolizado en el interior del santuario. En el tímpano se representa la descripción bíblica de la Ascensión de Cristo, es decir, su partida hacia los cielos tras su Resurrección de la muerte. La figura central es Jesús, con los brazos extendidos, ayudado por dos ángeles en su marcha ascendente. A ambos lados otros dos ángeles llevan cruces, encuadrando al grupo central con sus cuerpos inclinados. En el dintel, otros dos ángeles se dirigen a los Apóstoles, quienes desconcertados contemplan a su maestro ascender hacia el cielo.
La composición es muy simétrica, como es habitual en el estilo y así su equilibrio acentúa la solemnidad del momento. Las figuras individuales, idealizadas y con actitudes hieráticas, revelan la familiaridad de los maestros escultores con la escultura romana, aunque el deliberado aplanamiento y acortamiento de las figuras de los apóstoles, para lograr que quepan en el dintel (ley de adaptación al marco), nos habla de una nueva actitud por parte del artista, al que preocupan menos las proporciones ideales que la presentación concisa de una historia en el espacio disponible. El mensaje que se quiere trasmitir con esta portada (recordemos el fin didáctico de la escultura románica, los “catecismos de piedra”) es la promesa de que la humanidad será redimida de sus pecados por tener en fe en Cristo y seguir las enseñanzas de la Iglesia.
En los muros de la portada aparecen relieves tallados de San Jaime y San Pedro, éste como primer Papa, simboliza a la Iglesia Católica como entidad organizada y el primero, San Jaime, porque algunas de sus reliquias se hallaban en el lugar. Los dos santos aparecen pisoteando animales, como signo de su triunfo sobre el mal.