Templo de la Fortuna Viril, Roma
El templo de la Fortuna Viril es una de las obras arquitectónicas de los últimos años de la República Romana que en mejores condiciones de conservación ha llegado hasta nuestros días; sus pequeñas dimensiones y los diferentes usos que ha tenido a lo largo de su historia han hecho que esta pequeña construcción llegue casi intacta hasta nuestros días.
Pese a que en la actualidad este pequeño templo romano es conocido como El Templo de la Fortuna Viril, en su origen la construcción se encontraba dedicada a Portuno, dios romano de las puertas, la ganadería e incluso de los puertos marítimos; según estudios recientes algunos historiadores han encontrado semejanzas entre Portuno y el dios Jano ya que ambos han sido representados con las llaves en la mano.
La obra fue construida en el Foro Boario –un espacio a las afueras de la ciudad de Roma situado en la orilla del Tíber-. Su cronología es aún hoy muy discutida pero según los materiales empleados en su construcción, parece ser que la obra que hoy vemos ante nosotros –según los estudios arqueológicos debía de existir una construcción anterior del siglo IV a.C.-pudiese remontarse hasta el siglo II a.C. terminándose de construir en la segunda mitad del siglo I a.C. entre los años 70 o 80 a.C. Se trata de uno de los templos más representativos de la época republicana; desde el siglo V la construcción pasó a ser una iglesia dedicada a Santa María Egiziaca, una antigua prostituta convertida al eremitismo. En la época renacentista el templo pasó a las manos de una orden monacal y en sus inmediaciones se levantaron algunas construcciones que fueron posteriormente derribadas.
El templo de la Fortuna Viril o de Portuno es una pequeña construcción levantada siguiendo los mismos cánones que los templos griegos como solía ser costumbre en Roma; elevado sobre un pequeño podio al que solo se tiene acceso desde el lado de la entrada gracias a un sencilla escalinata, nos encontramos ante un templo de planta rectangular con cuatro columnas –tetrástilo- exteriores en el lado corto y siete en el lado largo del rectángulo que se adosan al muro de la cella y que hacen de éste un templo pseudoperíptero.
Las columnas y semi-columnas utilizadas son de orden jónico, la basa está conformada por el collarino, equino y ábaco, y el fuste es acanalado con aristas vivas aunque en esta ocasión se ha recubierto de estuco con el fin de otorgar a la construcción de mayor esbeltez. Especial mención merece el capitel de las columnas que además de presentar las típicas volutas de estilo jónico presenta unas pequeñas palmetas decorativas muy similares a las que aparecen en el Templo de Priene.
En el entablamento el arquitrabe es liso, tan sólo recorrido por tres platabandas poco desarrolladas y friso sin decoración. Especial mención merecen los frontones que si bien carecen de decoración están muy desarrollados y con gran voladizo de las cornisas. La cubrición se realiza a través de un tejado a dos aguas con techumbre de madera.