Templo Apolo Palatino
Bajo el amparo de las siete colinas, la ciudad de Roma se convirtió en uno de los ejes más importantes -sino el más destacable- del mundo antiguo. El Monte Palatino es la colina central y uno de los lugares más antiguos de la ciudad justo entre el Foro romano y el Circo Máximo, con este enclave tan destacable resulta lógico que el palatino albergase alguno de los edificios y lugares más destacables de la ciudad romana como por ejemplo, el Templo de Apolo Palatino que aquí analizamos.
El templo de Apolo había sido prometido por Octavio a los dioses en el año 36 a.C. para conmemorar su victoria en la Batalla naval de Nauloco sin embargo, la construcción no se llevó a cabo hasta unos años después cuando un rayo acabó con la casa que el emperador tenía en la Colina Palatina y las auspicies quisieron ver en ese sencillo gesto, la voluntad de Apolo a la hora de elegir el lugar que debía ocupar su templo.
En ningún momento se reparó en gastos para llevar a cabo la construcción, no en vano éste fue el primer edificio que el emperador le dedicaba a su dios protector; el material elegido fue el mármol de Carrara y el templo se configuró como un edificio de plata rectangular y tejado a dos aguas. Se trataba de un edificio hexástilo, ya que en la fachada corta contaba con seis columnas de orden corintio y pseudoperíptero porque las columnas que rodeaban a la construcción se encontraban adosadas al muro exterior de la cella.
El Area Apolinis era el nombre que recibía el recinto exterior donde se encontraba el templo, una terraza de unos setenta metros de largo y treinta de ancho en la que se levantó un pórtico columnado con figuras de las Danaides así como un altar en el que se representaba el grupo escultórico de Mirón. Este espacio comunicaba con la residencia del emperador a través de un pasillo estrecho y cubierto, decorado con murales. El espacio quedaba completado con una biblioteca que a menudo era utilizada por el emperador para reunirse con sus consejeros o comandantes.
Gracias a las noticias que nos han llegado de historiadores antiguos sabemos que en el interior del templo había magníficas esculturas que representaban al dios Apolo, a Latona la madre del dios y a Diana, diosa de la caza.
Lamentablemente hoy a penas se conservan unos pocos restos del magnífico templo, una parte del basamento y un par de capiteles que no permiten hacernos una idea de la importancia que la construcción tuvo en su época.