Apolo y Dafne de Waterhouse
Son muchas las representaciones artísticas que se han hecho del mito de Apolo y Dafne, y posiblemente de todas ellas la más espectacular y bella sea la escultura barroca que hizo el gran Gian Lorenzo Bernini de la que ya os hablamos en otra ocasión.
De manera que hoy os vamos a contar ese mito pero a partir de una pintura, un cuadro que hizo el artista prerrafaelista John William Waterhouse. Una pintura que no es excesivamente antigua, ya que es de 1908 pero que recoge todas las esencias del relato clásico.
Apolo era muy hábil con las flechas y el arco, tanto que acudió al monte Parnaso para liquidar a la terrible serpiente Pitón que tenía atemorizada a toda la fauna del lugar. Y como acabó matando a aquel monstruo se volvió un ser engreído y se tenía como el dios de los arqueros, presumiendo de su hazaña hasta el exceso, cansando al resto de dioses del Olimpo. Incluido a Eros, el cual tenía una figura angelical, infantil y también disponía de una arco, pero muy pequeñito.
Por eso en una ocasión que se encontraron Eros y Apolo, este último se burló del minúsculo arco y de sus diminutas flechas. Se burló tanto que Eros, dios del amor, prometió vengarse. De modo que le lanzó una de sus flechas de oro al corazón, unas flechas que provocan un enamoramiento irreprimible. En este caso, hizo que Apolo perdiera la cabeza por la ninfa Dafne.
Pero la venganza consistió en que a la bella muchacha le lanzó una de sus flechas de hierro, que tenían el poder contrario, provocar el rechazo. Así que había hecho que Apolo amará a Dafne, y está rehusara del dios.
Apolo la perseguía y corría tras ella, mientras Dafne huía. Y en una ocasión, cuando casi la iba a atrapar, la ninfa pidió ayuda a su padre Peneo. El cual ante la desesperación de su hija provocó que se fuera convirtiendo en árbol. Más concretamente en un laurel. Un relato que con todo lujo de detalles aparece en las Metamorfosis de Ovidio.
Para cuando llegó Apolo, su amor ya se estaba transformando en un laurel. Precisamente ese es el momento que nos representa Waterhouse, ya que vemos como el cuerpo de la joven se está integrando en el tronco.
No obstante, Apolo decidió amarlo igualmente, pero como un auténtico árbol sagrado. Tanto que aplicó sus poderes para que fuera una especie de hoja perenne y que estuviera siempre verde. Y además hizo su corona con ramas de laurel, una tradición que provocó que los generales, gobernantes, poetas o deportistas que triunfaban en los Juegos Olímpicos recibieran una corona de laurel como símbolo de sus victorias.