Luis XIV como Apolo de Gissey
El rey francés Luis XIV fue el gobernante absolutista por antonomasia. Un monarca cuya palabra y deseos eran la ley. Su carácter autoritario es legendario, así que quizás sorprenda saber que al mismo tiempo era un auténtico apasionado del ballet. Y en concreto del ballet cortesano en cuyas representaciones se sabe que actuaba en más de una ocasión como bailarín. Tanto le gusta que no dudaba en participar incluso en el montaje de los escenarios. Especialmente en su diseño.
En esa labor colaboraría en más de una ocasión con Henri de Gissey (1621 – 1673), que era dibujante, diseñador y hasta ingeniero de ese tipo de espectáculos. Un personaje de familia de artistas siempre vinculados con la corte gala. Así que desde joven participó en el diseño de este tipo de eventos hasta convertirse en un experto en la materia, y sobre todo en el estilo que debía predominar en este tipo de representaciones.
En una ocasión el espectáculo a representar era el conocido como Ballet Royal de la Nuit, y en él tenía que participar el propio Luis XIV encarnando su personaje favorito, el dios Apolo. No hay que olvidar que este monarca desde niño se había sentido fascinado por este personaje mitológico, tanto que ya siendo adulto no dudaba en aparecer con una especie de maquillaje dorado para parecer más resplandeciente.
Así que, conocedor de todo eso, cuando Gissey diseñó su vestuario se lo presentó al rey a través de este dibujo del año 1653, año en que el monarca tenía solo 15 años, pero ya tenía un poder total.
Sin duda este dibujo que hoy se guarda entre la colección histórica de la Biblioteca Nacional de Francia no es la mayor obra de arte de esa época. Pero es una ilustración fabulosa de este personaje, capaz de gobernar su reino con mano de hierro al mismo tiempo que se apasionaba con la construcción de su grandioso Palacio de Versalles o se imbuía de teatralidad para participar en representaciones de danza. Si bien es cierto que también en estas facetas actuaba dominado por su enorme egocentrismo.
Por otra parte hay que decir que Henri de Gissey nos ha legado un sinfín de documentación de cómo se hacían esas pomposas representaciones teatrales que podían durar horas y horas, y para las que se diseñaban vestuarios de lo más grandilocuente, como este que vemos aquí u otros muchos que nos dejó dibujados y que también se guardan como tesoros artísticos y documentales en la Biblioteca Francesa.