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Retrato de Luis XIV de Rigaud

Publicado por A. Cerra

Retrato de Luis XIV de Rigaud

En la corte del rey absolutista Luis XIV hubo retratista ante cuyos lienzos posaron lo más granado de la aristocracia francesa de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. Estamos hablando de Hyacinthe Rigaud (1659 – 1743), el cual también pintó a la propia familia real francesa, tanto al rey como a sus hijos. Una buena muestra de ello es este lienzo del año 1701 en el que vemos al Rey Sol y que se guarda en la actualidad en el Museo del Louvre de París.

Luis XIV es la máxima expresión de las monarquías absolutas en Europa. Y en ese tipo de gobierno los reyes se convertían en figuras todopoderosas, casi divinas, y por lo tanto tenían que poseer una iconografía a la altura de semejantes planteamientos. Algo que podemos ver en este gran lienzo (277 x 194 cm) de tono evidentemente grandilocuente.

Vemos la figura de Luis XIV con todo su boato, con su peluca, sus mejores galas y sus zapatos con tacones que le hacían parecer más alto de lo que era en realidad. Todo dispuesto en un montaje escenográfico que no tiene ningún otro objetivo que engrandecer su figura. El pintor lo ha dispuesto todo con ese propósito.

Por supuesto el rey aparece en el centro, en una pose galante, avanzando con orgullo. Mostrando sus piernas vestidas con medias de seda blanca gracias a que se abre su voluminosa capa de piel de armiño y terciopelo azul con la flor de lis símbolo de la dinastía real francesa. Y todo el personaje envuelto por los ampulosos cortinajes rojos, los cuales son algo más que un fondo ya que casi se convierten en un aura del personaje.

Además hay otros detalles con mucho significado. Por ejemplo se ve parte de una columna clásica, lo que sirve para darle un poso de antigüedad y prestigio al rey. Cuyas cualidades además se quieren refrendar con el relieve que se ve en el basamento de esa columna, ya que se distingue una figura con una espada y una balanza, lo cual nos hablaría de la fortaleza y el carácter justo del rey francés.

Nada se ha dejado al azar. Aparecen sus atributos, la espada en el cinto, el cetro en una mano y la corona posada en una mesa, así podemos ver las pelucas tan grandes y de pelo natural que llevaba el monarca.

E incluso el punto de vista del pintor está concebido para engrandecer más al personaje, ya que lo pinta desde un punto de vista bajo, un escalón por debajo de él, para que así nos parezca de una estatura mayor. E incluso a esa idea ayuda el formato vertical de la tela. En definitiva, que este cuadro de Rigaud se ha convertido en uno de los grandes ejemplos del arte más mayestático y puesto al servicio del poder.