Retrato de Jules H. Mansart de Rigaud
Hyacinthe Rigaud sin duda alguna fue uno de los más grandes retratistas de Europa a comienzos del siglo XVIII y ante su caballete posó gran parte de la aristocracia y de las principales personalidades de la corte del Rey Sol, incluyendo el propio Luis XIV, de quien hizo un fantástico retrato.
Si bien, retratar al rey tenía sus condicionantes dado el extraordinario poder de su figura y sus posibles antojos y caprichos. Así que para los retratistas podía ser más satisfactorio realizar retratos a otros personajes, y más aún si eran artistas como ellos mismos. Y en este caso, Rigaud pintó ni más ni menos que al arquitecto principal de la época, Jules Hardouin Mansart (1646 – 1708). Un creador con una dilatadísima carrera constructiva, entre la cual destacan obras como sus intervenciones en Chantilly, en el Ayuntamiento de Lyon o en Castillo de Chambord donde añadió una hermosa capilla. Si bien su principal obra fue el gran palacio del arte barroco por antonomasia: Versalles.
Cuando lo pintó Rigaud, en el año 1685, Mansart ya era el primer arquitecto del reino y el superintendente de las obras del rey. Y ese enorme poderío y prestigio, sin duda que queda muy de manifiesto en la efigie. Lo vemos vestido con sus mejores galas y luciendo sus condecoraciones. Y por cierto está ante la que iba a ser una de sus grandes obras, Los Inválidos de París, que se finalizó prácticamente dos décadas más tarde de que se hiciera este retrato.
Y si bien, no estamos ante un personaje de la aristocracia ya que en realidad era un profesional, genial pero un trabajador al fin y al cabo, lo cierto es que vemos a un personaje que se ha convertido prácticamente en alguien muy relevante en la corte, y se luce con la misma exquisitez y solemnidad que lo harían otros miembros de la nobleza que rodeaban al Rey Sol.
No obstante, Rigaud ha sabido combinar sabiamente la presentación fastuosa como correspondía a un hombre poderoso y orgulloso de su rango social, con los elementos que lo identifican como un arquitecto. Y no solo por la presencia que ya hemos referido de la cúpula del Hotel de los Inválidos. También porque parece ubicarlo en su despacho de trabajo. Un despacho grandilocuente como plasma el fuste de la columna que vemos a la derecha, pero también un lugar de trabajo, ya que como si fuera una naturaleza muerta podemos ver sobre la mesa algunos de sus útiles de faena, sobre todo libros, papeles e instrumentos de medición, en la parte izquierda más baja del lienzo.