Marie Serre, la madre del pintor de Hyacinthe Rigaud
El pintor Hyacinthe Rigaud nació en la ciudad francesa de Perpiñán en el año 1659, en el sur más profundo del país. Pero siendo casi un adolescente se marchó a Montpellier, donde se introdujo en los talleres de un par de pintores locales. Y pronto, antes de que cumpliera los 20 años ya se había instalado en Lyon, de donde daría el salto definitivo a la capital francesa en 1681. De hecho vivió en París hasta su muerte en 1743, tras muchos años de triunfos y constantes encargos por parte de los hombres más poderosos de su tiempo, en especial el rey Luis XIV, al que le hizo el retrato por antonomasia de un monarca absolutista.
La carrera de este influyente pintor está plagada de grandes reconocimientos y triunfos sociales. Por ejemplo, desde 1700 fue miembro de la Academia Real de Pintura y Escultura, institución que acabaría dirigiendo unos años después. Incluso fue distinguido con un título nobiliario y recibió la cruz de San Miguel. Su éxito fue tal, que vendía sus retratos por precios muy altos, convirtiéndose en un pintor muy codiciado por los cortesanos y también envidiado por artistas contemporáneos.
Entre las personalidades que le encargaban obras no solo estaba la familia real francesa, también retrató a altos cargos eclesiásticos como el Cardenal de Bouillon o al príncipe elector Federico Augusto de Sajonia. No obstante, además de esos encargos de tono oficial, también realizó otros retratos de índole más íntima y familiar. Ese es el caso de este lienzo en el que inmortalizó a su madre Marie Serre.
Es una obra del año 1695 y en la actualidad se salvaguarda en el Museo del Louvre de París.
Sin duda en este cuadro y en otros que les hizo a su círculo de personas más cercanas, vemos un artista mucho menos aparatoso y más sensible que en las telas tan protocolarias con las que se ganaba la vida.
E incluso se atreve a ciertos juegos visuales imposibles de realizar con su acaudalada clientela. Por eso en este caso, dispone a su madre en una singular doble perspectiva, de manera que podemos ver al mismo tiempo los dos perfiles de esta mujer. Una idea que ni mucho menos es original, ya que el gran referente de Rigaud, es decir, el pintor Anton Van Dyck ya había realizado años antes un retrato del rey Carlos I de Inglaterra en el que no solo se le ven dos perfiles, sino que representa por triplicado su busto.