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Torre Circular de Nizwa

Publicado por A. Cerra

Torre de Nizwa por fuera

En el pequeño país de Omán hay unas cuantas joyas históricas y artísticas bastante desconocidas más allá de las fronteras de este sultanato ubicado al sur del Golfo Pérsico. Y de todo ello, una de las más destacadas es la Fortaleza y la Torre Circular de la ciudad de Nizwa.

Esta construcción hay que datarla a mediados del siglo XVII, cuando la mandó construir el Imam Sultán bin Saif al Ya’rubi, el segundo represente de esa dinastía Ya’arubi y que consiguió expulsar definitivamente a los conquistadores portugueses del territorio de Omán. No obstante, hay que decir que en ese mismo emplazamiento había un fuerte anterior, del siglo XII aproximadamente, pero que quedó totalmente renovado gracias a esta espectacular construcción.

Se trata de todo un conjunto palaciego y fortificado, si bien la parte más destacada es la gran torre circular, una auténtica proeza para la arquitectura militar de la época, ya que su concepción con muros curvos, así como la resistencia a las bombas de mortero de esos años, la hicieron un lugar difícilmente conquistable.

Es una torre con forma de tambor, con un diámetro de 36 metros y una altura que alcanza los 30. Si bien hay que tener en cuenta, que sus cimientos se hunden a una profundidad idéntica de 30 metros. Por cierto, bajo este fuerte y la torre circula una corriente de agua, lo cual garantizaba su consumo en caso de asedio. Además de que dentro había varias cisternas y bodegas subterráneas para que no faltaran recursos ni alimentos para la guarnición.

Torre de Nizwa por dentro

La verdad es que no debía ser fácil su conquista, dadas las características de la construcción. Por ejemplo sus muros curvos son de un gran grosor, gracias al relleno de rocas, tierras y escombros, capaces de soportar ataques de mortero. Mientras que en la parte alta se ven aberturas en el muro para defenderse con 24 cañones.

Desde esa parte superior se tiene una vista de 360 grados sobre toda la ciudad, y por lo tanto sobre cualquier posible atacante. Además si se accedía a la fortaleza uno se encuentra con un verdadero laberinto de puertas y falsos pozos. Y para llegar a la torre era necesario salvar una escalera muy estrecha y con muchos requiebros para la que se prepararon varias trampas, como agujeros o lugares en los que se podía verter agua o aceite hirviendo a los enemigos.

En definitiva, una joya de la arquitectura militar del país, concebida para defenderse de los extranjeros, pero que hoy es una de sus máximas atracciones turísticas para los visitantes, que además se encuentran un monumento restaurado al detalle.