Torre de Tokio
Es indudable la deuda que esta gran torre de la capital japonesa tiene con la famosa Torre Eiffel de París. Pero entre una y otra hay muchos años de distancia. Ya que si la parisina se levantó a finales del siglo XIX, la Torre de Tokio se inauguró en 1958 como gran emisor de la cadena pública de televisión japonesa, a la cual luego se le han ido añadiendo con los años diversas radios y otros canales televisivos.
Aunque es cierto que en la actualidad, con los nuevos medios digitales de emisión ha quedado un tanto obsoleta, e incluso hace unos años se retiró su gran antena superior, dañada e inservible, lo que ha supuesto que la construcción haya perdido altura, pasando de 333 metros a los 315.
En realidad hoy en día es algo más turístico que funcional, ya que además de ser un referente metálico en el skyline tokiota, también es una visita obligada. A diferentes alturas nos esperan varios cafés, restaurantes y miradores, situándose el más alto a 250 metros sobre el nivel del suelo. Eso de día, porque de noche, toda la estructura de la torre se ilumina de diferentes modos, siendo un auténtico faro en el urbanismo de la capital nipona.
Cuando se construyó, la torre había de ser el símbolo de un nuevo Japón, un país vencido décadas atrás en la Segunda Guerra Mundial, pero que aspiraba a convertirse en una potencia económica. Por ello, en principio se pensó que la torre de comunicaciones tenía que superar al Empire State Building de Nueva York, el cual era por entonces la construcción más alta del planeta. No obstante, la idea tuvo que desecharse por sus altísimos costes económicos, para los cuales no había financiación.
El encargo recayó en Tachu Naito, el arquitecto por excelencia de los rascacielos japoneses, quien creó un proyecto inspirado formalmente en Occidente, pero con la necesaria adaptación a la sismología japonesa. Y la verdad es que hasta ahora ha resistido bastante bien tanto los terremotos como los fuertes tifones.
La Torre de Tokio está construida de acero y curiosamente gran parte de él es material reciclado a partir de chatarra. En total pesa unas 4.000 toneladas, por cierto bastante menos que su modelo de Torre Eiffel. Y también es considerable la cantidad de pintura que se emplea ella. Aproximadamente 28.000 litros de dos colores distintos: el blanco y el naranja, ya que por su altura se pintó adaptándose a la normativa de aviación. Por cierto se pinta por completo cada lustro, una tarea que requiere un año de trabajo.
Desde su construcción hasta el año 2012 fue el edificio más alto de Japón. Pero ese año se acabó una nueva y moderna torre de comunicaciones en la capital del país. Es la Torre Skytree, la cual se eleva hasta los 634 metros.