Villa d´Este
A lo largo de la etapa renacentista tuvieron un especial auge las villas de recreo, casas en la campiña italiana que servían como segunda vivienda y que suponían un paso más allá alejándose de los palacios urbanos de los primeros años de Quatrocentto. Los propietarios de estas villas buscaban alejarse de las cada vez más concurridas ciudades modernas, así como recuperar los vínculos con la naturaleza. En este sentido tenemos que señalar como los jardines de las villas manieristas tuvieron cada vez un mayor desarrollo e importancia en su construcción, un elemento que también se verá reforzado en la época barroca especialmente en Francia.
La Villa que aquí analizamos hoy, conocida como Villa d´Este, es una de las villas más destacadas de su tiempo, aunque quizás lo sea más que por su arquitectura por su paisajismo y su decoración. A mediados del siglo XVI el gobernador de Tivoli era el cardenal Hipólito II de Este (1509 – 1572). El cardenal esperaba ser nombrado Pontífice de Roma tras la muerte de Julio III sin embargo sus planes se vieron truncados y desde entonces, optó por revitalizar Tivoli, para ello el cardenal comenzó por su propia villa, reconstruyendo la antigua vivienda y creando unos espectaculares jardines que se convirtieron en Patrimonio de la Humanidad en el año 2001.
El trabajo de construcción fue encomendado a Pirro Ligorio quien siguió las indicaciones del francés Alberto Galvani, un conocido ingeniero y arquitecto que ya había trabajado en otras ocasiones para la familia Este. La arquitectura se organiza en torno al patio que formaba parte de un antiguo convento benedictino. Desde el acceso principal de la villa accedemos a la habitación del cardenal, conocida como Apartamento Viejo; en la misma planta se dispone también su biblioteca personal y algunas estancias más.
Además de la arquitectura y los jardines, la Villa d’Este es también famosa por sus frescos. Los frescos del Apartamento Viejo son particularmente notables, con escenas que representan episodios de la mitología romana y griega. Estos frescos, que fueron pintados por artistas de la escuela de Rafael, son un testimonio de la rica cultura humanista de la época.
En los jardines encontramos más de quinientos puntos de agua entre fuentes, abrevaderos, chorros etc. El paisajismo ha sido planteado de acuerdo a los ideales manieristas y en él podemos apreciar la influencia de la cercana Villa de Adriano de la que los Este tomaron influencias no sólo en cuanto a la arquitectura sino también en el paisajismo e incluso en la ingeniería de las instalaciones. Para realizar el montaje hidráulico se sirvieron de la colina que colinda con la villa de modo que los desniveles del terreno se salvaban con amplias y fastuosas cascadas de agua que embellecían el paisaje.
La belleza de las fuentes es incomparable y en la realización de algunas de ellas intervinieron artistas tan destacados como Bernini a quien se atribuye la Fuente de Neptuno pese a que ésta fuese restaurada en el siglo XX y se haya desvirtuado en la actualidad.
Además de la Fuente de Neptuno, otras fuentes notables incluyen la Fuente de la Organización, que cuenta con un innovador mecanismo hidráulico que permite que la fuente toque música, y la Fuente de las Horas, que muestra un reloj de agua. Estas fuentes, junto con los jardines, los frescos y la arquitectura de la villa, hacen de la Villa d’Este un verdadero tesoro del Renacimiento italiano.