Arqueta de San Millán
La arqueta de San Millán es una de las obras de orfebrería más destacadas del románico peninsular y en ella se hacen plausibles las influencias que otras corrientes artísticas –en este caso la plástica mozárabe- tuvo para el desarrollo del románico español, una corriente artística que no puede entenderse sin las influencias que las diversas tendencias artísticas del prerrománico vertieron sobre ella.
Parece ser que a mediados del siglo XI, en torno al año 1067, las reliquias de San Emiliano iban a ser trasladadas desde el Monasterio de Suso a la nueva iglesia levantada en San Millán de la Cogolla y para tan merecida ocasión el monarca Sancho IV de Pamplona encomendó al abad Blas la realización de una arqueta de oro y marfil, con engarzaduras de piedras preciosas que albergase las reliquias del santo. En realidad, son numeroso los datos que conocemos acerca de su ejecución, así por ejemplo sabemos que las placas de marfil están basadas en los dibujos realizados por el escriba Munio; también conocemos el nombre de los dos maestros que trabajaron en la arqueta, García y Engelram así como el de sus discípulos Simeón y Rodolfo.
Nos encontramos ante una arqueta de madera de forma rectangular con la tapa piramidal, su interior aparece forrado por una exquisita tela de origen árabe y el exterior ha sido revestido con oro, piedras preciosas y placas de marfil talladas en bajorrelieve. Las veintidós placas que conforman la arqueta relatan la vida de San Emiliano basándose en el libro escrito por San Braulio.
En uno de los lados cortos de la arqueta encontrábamos la figura de Jesucristo en Majestad dentro de una mandorla y flanqueado por las imágenes del abad Blas y Munio, el conjunto se completaba en la zona superior con las imágenes de los monarcas Sancho IV y su esposa. En la actualidad, tan solo se conservan en la arqueta las placas del abad Blas y Munio, el resto de las piezas se encuentran en el Museo de Nueva York. En el resto de la arqueta las placas labradas cuentan la vida y milagros de San Emiliano, destacando escenas como la Expulsión del demonio, el Santo junto a sus discípulos y seguidores, San Millán dando de comer a los mendigos o la escena de Leovigildo venciendo a los cántabros.
Estilísticamente la pieza presenta elementos que nos remiten a la corriente hispano-musulmán, algunos arcos de herradura o las almenas- no obstante la expresividad de algunos personajes remite a fuentes aún más alejadas, quizás al románico de tipo germánico que pudo traer a San Millán el maestro Engelram.
A principios del siglo XIX la pieza fue saqueada durante la Guerra de la Independencia y muchas de sus placas desaparecieron durante varios años. Hoy, pese a que muchas de ellas se han encontrado en diversos museos las piezas no se han devuelto a su emplazamiento original y lo que contamos, es con una reproducción realizada a mediados del siglo XX que sustituye tanto a las placas perdidas como a las originales.