Cristo de Don Fernando y Doña Sancha
El Crucifijo de Don Fernando y Doña Sancha es una pieza única y espectacular. Realizado completamente en marfil esta singular obra de arte rompe con la tradición al incorporar la imagen de Jesucristo. Tradicionalmente estos crucifijos se presentaban únicamente como una cruz decorada con algunos relieves, El Crucifijo de Don Fernando y Doña Sancha presenta además la escultura de un cristo realizado igualmente en marfil.
La obra data de mediados del siglo XI no obstante, su calidad y perfecta ejecución hacen que este crucifijo esté más cercano a las formas estilísticas del románico pleno que al románico inicial como correspondería según su datación.
Se trata de un crucifijo procesional, ya que en la parte inferior la cruz presenta el orificio necesario para ensamblarlo en algún soporte o palo procesional. Pero además esta excepcional pieza es también un relicario: en la espalda de Cristo aparece un pedazo del lignum crucis o vera cruz.
La iconografía es la típica de la época románica en la que se enmarca. El Cristo de bulto redondo aparece clavado en la cruz pero aún así está vivo; es un Cristo triunfante, superior a la muerte. Aparece con la cabeza ligeramente ladeada y redondeada, de ella destacan los imponentes ojos realizados en piedra de azabache y su bigote y barba que acaban en ondulados bucles. El Cristo de Fernando y Sancha es un Cristo que sigue los modelos románicos: con cuatro clavos presenta totalmente estirados los brazos y piernas, su rostro no refleja rastro alguno de dolor puesto que no es un hombre es un Dios. Alrededor de la imagen se desarrollan un sinfín de figuras animales y humanas en las más diversas posiciones, El conjunto se completa con la imagen superior de un Cristo victorioso que transporta la cruz y en la parte inferior Adán, el primer hombre, cargando en sus espaldas con el peso de la crucifixión. El programa iconográfico no sólo hace referencia a la naturaleza de Jesucristo como verdaderos Dios y a su superioridad a la muerte, también al hecho de que Jesús entregara su vida por los pecados de los hombres. En esta parte destacan también dos inscripciones: en la parte superior aparece IHC NAZA / RENVS REX / IVDEORV que más tarde se identificará como INRI “rey de los judíos”; en la parte inferior la inscripción hace referencia a los donantes el rey Fernando y su esposa Sancha.
En el reverso también destaca una decoración dispuesta en horror vacui; en este caso la imagen central en donde se cruzan los dos travesaños, aparece el cordero místico o Agnus dei, en los extremos de cada uno de los travesaños aparecen los símbolos de los cuatro evangelistas o tetramorfos: el águila representa a San Juan, el toro a San Lucas, el león a San Marcos y el hombre a San Mateo. El resto de los travesaños aparecen profusamente decorados con entrelazos vegetales de gran delicadeza.
La obra fue mandada realizar por los monarcas leoneses Fernando y Sancha para la Colegiata de San Isidoro de León, la obra presenta diversas influencias de modelos otomanos, carolingios o incluso musulmanes sin embargo parece ser que la pieza pertenece al taller de León donde las distintas influencias de los estilos artísticos penetran en la Península a través del Camino de Santiago.