Fidias, escultor griego
Fidias está considerado el más grande escultor de la Grecia clásica, y ello pese a que tan apenas contamos con datos sobre su vida, y lo cierto es que sus obras más importantes tampoco han llegado hasta nuestros días. Sin embargo, los restos de sus obras que si podemos observar hoy en el siglo XXI nos pueden dar una idea de la enorme capacidad artística de este personaje.
Para intentar comprenderlo hay que situarlo en el contexto histórico en el que desarrolló su producción artística. Y esto fue precisamente durante el siglo V antes de Cristo, en el momento en el que la democracia ateniense alcanzó su máximo esplendor. En aquellos años, Atenas estaba gobernada por Pericles, quién tras la destrucción que había provocado la invasión persa en el ciudad, emprendió hacia el año 480 a. C. su reconstrucción. En concreto, los templos que habían dominado la Acrópolis había sido destruidos, y Pericles decidió volverlos a levantar, aunque ahora construyéndolos en mármol, para dotarlos de una nobleza que hasta entonces era desconocida por los atenienses.
Él repartió los encargos de esta reconstrucción entre los artistas más reputados del momento, y uno de ellos fue Fidias, al quién encargó los trabajos escultóricos.
Para los templos como el Partenón, Fidias construyó una magnífica escultura de Pallas Atenea, de la cual no tenemos copia alguna, ni por supuesto el original, sin embargo si contamos con las efusivas descripciones de su época. Según estos textos se trataba de una escultura de madera de un tamaño de 12 metros de altura, que estaba completamente recubierta de materiales preciosos, y principalmente se usó el oro para la armadura de la diosa a la que representaba, y su piel estaba recubierta de marfil. Según esas descripciones se trataba de una escultura portentosa, bella y atemorizadora al mismo tiempo. Pero sobre todo los testimonios escritos de su época que nos han llegado hablan de la fascinación que provocaba y de la bella humanidad que trasmitía.
No fue esta la única escultura de semejantes dimensiones y tan ricos materiales que realizó Fidias, ya que también hizo una obra de similares características representando al dios Zeus Olímpico. Tanto su Pallas Atenea como el Zeus Olímpico lo convirtieron en el escultor más prestigios del siglo V antes de Cristo en Atenas, y por supuesto dada el número de encargos que recibió así como el gran volumen de trabajo necesarios para llevarlo a cabo, Fidias contó con un taller de ayudantes de mucho personal, sin el cual le hubiera sido imposible llevar a cabo semejantes trabajos.
Otro de esos encargos de enorme volumen fue la decoración escultórica del Partenón, parte de la cual si que ha llegado hasta nuestros días, tanto en lo referente a las esculturas de bulto redondo que iban colocados en ambos frontones del templo, como los relieves que recorrían todo el friso bajo la cubierta.
En concreto, en el friso iban situadas 92 metopas que representaban escenas mitológicas de la lucha entre gigantes y centauros, un ciclo de esculturas cuyo objetivo era plasmar la superioridad de la civilización griega, concretamente la ateniense frente al resto de pueblos, considerados bárbaros. Y es que no hay que olvidar que Fidias fue un grandísimo artista, pero que su trabajo era por encargo de los gobernantes y por lo tanto siempre tenía un mensaje propagandístico.