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La dama de Elche

Publicado por Laura Prieto Fernández

Realizado en piedra caliza, la Dama de Elche es un busto exento cuya datación se encuentra entre el Siglo V y IV a. C. sería por lo tanto una obra perteneciente a la cultura íbera que habitaba el sur y levante de la Península Ibérica en aquellos siglos. Su nombre se debe a que esta excepcional pieza fue haya en 1897 en el yacimiento de La Alcudia en la localidad de Elche.

La pieza tiene un carácter religioso y, aunque no se sabe con exactitud cuál sería su función, el espacio circular de su parte posterior nos indica que podría servir como urna funeraria, relicario etc.

Este busto exento representa una figura femenina ataviada con los típicos ropajes y joyas de esta primitiva cultura. Actualmente mide unos 51 cm de altura pero el corte irregular de su base hace que sea muy plausible el hecho de que tan sólo se trate de la parte de una obra mucho mayor. La obra presenta restos de policromía en algunas de sus partes.

Esta dama apareceré engalanada con una doble túnica y manto que le cubre su cabeza, en ésta destaca la riqueza de su complicado tocado realizado a base de velo, diademas y los grandes rodetes a cada lado. El conjunto se completa con tres ricos collares del que destaca el central con pequeñas anforillas que portarían perfumes y óleos. El abigarramiento de su vestuario contrasta con la sencillez y finura de su sereno rostro. Los ojos ligeramente almendrados y con los párpados caídos, tienen un vaciado que se recubriría con piedras preciosas y otorgaría un efecto más realista a la obra. La nariz cae demasiado recta hacia unos finos labios que se mantienen sellados.

Pese a ser la más evolucionada de las esculturas íberas que se han encontrado, esta obra aún presenta algunos elementos arcaizantes entre los que debemos destacar su composición cúbica y cerrada. El uso de elementos geométricos es una constante tanto en los elementos decorativos de la imagen como en ésta por sí misma. Los brazos -cubiertos por el manto- permanecen pegados al cuerpo y su rostro hierático nos hace pensar que la obra fue concebida para ser vista de frente. La simetría que a primera vista puede parecer ineludible, se rompe en los pliegues asimétricos del manto que cae en zigzag sobre sus hombros.

Pese a las tempranas fechas en las que fue producida y a sus múltiples rasgos arcaizantes el escultor ha trabajado de manera diferenciada las distintas capas de los ropajes otorgando una calidad diferente a cada una de ellas (tratamiento de las calidades táctiles). Su rostro es sereno y proporcionado, no muestra sentimiento alguno, lo que deja patente su condición de divinidad. El gusto realista de la figura la convierte en una de las grandes obras de la cultura íbera.

La autenticidad de la obra ha sido uno de los aspectos más discutidos.Hallada en la finca privada de un coleccionista de arte y antigüedades, fue vendida al poco tiempo al Museo del Louvre de París donde fue profusamente estudiada hasta que en los años cuarenta volvió a España.