Dama del abanico de Manet
Esta obra de Edouard Manet se conserva en el Museo de Orsay de París, y en ocasiones también se pueden encontrar con el título Dama de negro.
Es una obra que el pintor realizó en 1872, y para ella usó como modelo a la también pintora Berthé Morisot, a la cual también le hizo otro retrato ese mismo año, pero se trata de una obra con mucho más color y contraste que en este, ya que allí se elimina gran parte de la masa de negro que domina este cuadro.
Durante el Impresionismo fueron habituales este tipo de juegos entre pintores, en el que uno pintaba y otros posaban en diferentes actitudes. Los ejemplos son abundantes, de hecho el propio Manet nos ha dejado varias obras en las que aparecen retratados otros artistas de su tiempo. Pero en este caso eligió a Morisot, una de las pocas mujeres pintoras que alcanzó cierto renombre gracias a obras como La cuna o Mujer joven sentada en el sofá.
La obra nos muestra el inmenso apego que tenía Manet hacia lo español, especialmente a su arte, ya que en no pocas rindió tributo a artistas como Francisco de Goya, en su obra El balcón, o las costumbres como en su retrato de la Lola de Valencia o en el cuadro Torero muerto.
Por otro lado esta es una obra en la que vuelve a mostrar que está en contacto con los jóvenes pintores impresionistas, y se deja influenciar por ellos, pero sin embargo tiene un estilo propio, y de hecho él nunca estuvo totalmente vinculado al Impresionismo. No solo porque era mayor que ellos, sino porque su modo de pintar era diferente. Entre otras cosas por su abundante uso de los tonos negros.
Él usa unos colores que son como bituminosos y con ellos crea unas atmósferas especiales. Eso sí las genera con unas pinceladas muy sueltas, que es un rasgo muy propio del arte impresionista. Y también es muy de su tiempo la influencia de las estampas japonesas, algo que aquí es más que evidente por los diferentes abanicos de aires orientales.
Algo que cuadra a la perfección no solo con su modo de plasmar vistas de paisaje, sean naturales o urbanos, sino también a la hora de realizar retratos como éste. Ya que Manet realizaba este tipo de obras haciendo que los modelos posaran ante él al natural, y de ahí, sin tan apenas retoques posteriores, salía la obra ya concluida.
Es curioso porque el género retratístico no es muy impresionista, sin embargo Manet lo trabajó abundantemente, no solo pintando a otros artistas de su misma disciplina como Morisot o Claude Monet, o autorretratándose, sino también a otros personajes como el escritor Emile Zola, o Mallarmé o la propia bailarina Lola de Valencia.